Estar en Su Compañía.

Ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos.Lucas 24:29.

Hoy es necesario que pose yo en tu casa.Lucas 19:5.

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¡Qué gozo es pasar buenos momentos en familia o con los amigos! Y a Jesús, ¿Lo hemos invitado alguna vez? “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). Jesús también desea nuestra compañía. “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto” (Mateo 17:1).

Cuando las circunstancias de la vida nos conceden una ocasión para alegrarnos, Jesús nos dice: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4). Y si tenemos que pasar por un período de preocupaciones y tristezas, Jesús nos recuerda que él mismo sufrió y por eso puede comprendernos. Él mismo dijo: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo” (Mateo 26:38).

Cada domingo sus amados reunidos recuerdan lo que dijo a sus discípulos: “Haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19). Después de su resurrección, antes de subir al cielo, prometió a los suyos: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). El creyente prosigue su existencia terrenal esperando que pronto se haga realidad esta oración: “Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo” (Juan 17:24).


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