Éxodo Capítulo 32



Bendiciones hermanos.

Continuamos con la lectura del libro de Éxodo, hoy con el capítulo 32 que trata un solo temas que viene del capítulo anterior como, El becerro de oro.

Padre nuestro, gracias hoy te damos por este nuevo día en el que nos permites compartir la lectura diaria de tu palabra, guíanos en la lectura, para que podamos cada día conocerte un poco más, cubre este foro por el cual llevamos tu palabra y guárdanos de todo mal, te lo pedimos en el nombre de Jesús amen.

Éxodo

Capítulo 32

El becerro de oro

(Dt 9.6-29)

32:1 Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.


32:2 Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos.


32:3 Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón;


32:4 y él los tomó de las manos de ellos, y le dio forma con buril, e hizo de ello un becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.


32:5 Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo: Mañana será fiesta para Jehová.


32:6 Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse.


32:7 Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido.


32:8 Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.


32:9 Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz.


32:10 Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande.


32:11 Entonces Moisés oró en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que tú sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y con mano fuerte?


32:12 ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo.


32:13 Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo; y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre.


32:14 Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo.


32:15 Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas.


32:16 Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas.


32:17 Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento.


32:18 Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo.


32:19 Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte.


32:20 Y tomó el becerro que habían hecho, y lo quemó en el fuego, y lo molió hasta reducirlo a polvo, que esparció sobre las aguas, y lo dio a beber a los hijos de Israel.


32:21 Y dijo Moisés a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, que has traído sobre él tan gran pecado?


32:22 Y respondió Aarón: No se enoje mi señor; tú conoces al pueblo, que es inclinado a mal.


32:23 Porque me dijeron: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.


32:24 Y yo les respondí: ¿Quién tiene oro? Apartadlo. Y me lo dieron, y lo eché en el fuego, y salió este becerro.


32:25 Y viendo Moisés que el pueblo estaba desenfrenado, porque Aarón lo había permitido, para vergüenza entre sus enemigos,


32:26 se puso Moisés a la puerta del campamento, y dijo: ¿Quién está por Jehová? Júntese conmigo. Y se juntaron con él todos los hijos de Leví.


32:27 Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente.


32:28 Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres.


32:29 Entonces Moisés dijo: Hoy os habéis consagrado a Jehová, pues cada uno se ha consagrado en su hijo y en su hermano, para que él dé bendición hoy sobre vosotros.


32:30 Y aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado.


32:31 Entonces volvió Moisés a Jehová, y dijo: Te ruego, pues este pueblo ha cometido un gran pecado, porque se hicieron dioses de oro,


32:32 que perdones ahora su pecado, y si no, ráeme ahora de tu libro que has escrito.


32:33 Y Jehová respondió a Moisés: Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de mi libro.


32:34 Ve, pues, ahora, lleva a este pueblo a donde te he dicho; he aquí mi ángel irá delante de ti; pero en el día del castigo, yo castigaré en ellos su pecado.


32:35 Y Jehová hirió al pueblo, porque habían hecho el becerro que formó Aarón.

Notas:

Éxodo 32:1 Cf. Hch 7.40.

Éxodo 32:1 Zarcillos: Véase Gn 35.4.

Éxodo 32:2 Por su fuerza y vitalidad, el toro era, en el Antiguo Oriente, el símbolo por excelencia de la fecundidad masculina, y varios dioses lo tenían como emblema. Un ejemplo típico es el de Baal, el dios cananeo de las tormentas, al que solían representar de pie sobre un toro joven, para simbolizar su poder fecundante. Aquí, ese animal es llamado becerro, quizá en señal de menosprecio.

Éxodo 32:4 Cf. Hch 7.41. Casi con estos mismos términos, el rey Jeroboam I presenta los becerros de oro que había mandado colocar en los santuarios de Bet-el y de Dan (1 R 12.28). Esta coincidencia indica que los dos relatos están emparentados.

Éxodo 32:4 Día de fiesta dedicado a Jehová: Esta expresión indica que los israelitas querían seguir rindiendo culto a Jehová, y no a un dios distinto del que los había liberado de la esclavitud en Egipto. Pero el hecho de asociar al Dios de Israel con la imagen del becerro, que era símbolo característico de las religiones paganas (véase Ex 32.4), resultaba incompatible con el culto que el Señor exigía de su pueblo. Cf. Ex 20.4.

Éxodo 32:5 En Gn 26.8; 39.17, el verbo hebreo traducido aquí por regocijarse se refiere a prácticas de carácter sexual. Este versículo se cita en 1 Co 10.7 como un caso representativo de la infidelidad e idolatría de los israelitas en el desierto.

Éxodo 32:6 Cf. Dt 9.11-12.

Éxodo 32:8 Cf. Gn 12.2; Dt 9.13-14.

Éxodo 32:9 Cf. Gn 22.16-17; 26.3-4; 28.13-14.

Éxodo 32:13 Cf. Gn 17.8.

Éxodo 32:13 Una vez más, la intercesión de Moisés obtiene del Señor el perdón del pecado cometido por el pueblo. Cf. Nm 14.13-19; Dt 9.25-29.

Éxodo 32:14 Cf. Dt 9.15.

Éxodo 32:15 Cf. Ex 31.18. Hay un marcado contraste entre las tablas escritas por el mismo Dios y el ídolo que el pueblo se había fabricado por su propia cuenta.

Éxodo 32:16 Danzas: alusión a los cantos y danzas rituales que formaban parte del culto al becerro de oro.

Éxodo 32:19 La ruptura de las tablas significa que Moisés declara anulado el pacto del Señor con Israel. Sin embargo, el v. 14 indica que su oración había sido escuchada y que Dios no había rechazado a su pueblo. Es importante tener en cuenta ese versículo al leer el relato del castigo que viene a continuación. Véase 31.18–34.35.

Éxodo 32:19 El hecho de beber de aquellas aguas es, al mismo tiempo, un castigo por el pecado cometido y un medio de eliminar hasta los últimos rastros del becerro de oro. Los mismos que lo mandaron fabricar deben ahora hacerse cargo de su destrucción total.

Éxodo 32:20 Aarón se expresa como si el becerro hubiera salido del fuego por sí solo. Nótese la semejanza de su respuesta con la de Adán en Gn 3.12. Uno y otro tratan de negar su propia responsabilidad, haciendo recaer la culpa sobre otros.

Éxodo 32:24 La expresión hebrea traducida por os habéis consagrado es la que se emplea habitualmente en el AT para hablar de la consagración de los sacerdotes (cf. Ex 29.9). Según la tradición recogida en este pasaje, los levitas no son consagrados en una ceremonia ritual (Ex 29; Lv 8–9), sino que son designados para ejercer las funciones sacerdotales en razón de su apasionada lealtad al Señor (cf. Nm 25.10-13; Dt 33.8-11).

Éxodo 32:29 Véase 32.9-14. Del libro que has escrito: alusión a la costumbre de anotar en un registro los nombres de los ciudadanos de una ciudad o de un país (Ez 13.9; cf. 2 S 24.2-9; Jer 22.30). De acuerdo con esta analogía, aquí se atribuye a Dios un libro en el que están escritos los nombres de las personas vivas. Ser borrado de ese libro era lo mismo que morir; de ahí el nombre de libro de la vida (Sal 69.28; Ap 3.5). Véanse Sal 56.8; 139.16.

Éxodo 32:32 Mi ángel irá delante de ti: Aquí se vuelve a repetir la promesa de Ex 23.20. Pero el pecado del pueblo y la ruptura del pacto (cf. v. 19) han modificado radicalmente la relación de Dios con Israel (cf. v. 10). Por eso, el ángel o mensajero ya no será el signo de la presencia especial de Jehová entre los israelitas (cf. Ex 33.3), sino que pondrá una cierta distancia entre ambos. Una presencia demasiado cercana del Señor terminaría, en efecto, por destruir al pueblo pecador (Ex 33.5).

Éxodo 32:34 Este capítulo sirve de transición entre la ruptura y la renovación del pacto. En él se pone de relieve especialmente la excepcional relación de Jehová con Moisés. Dios habla con él cara a cara (v. 11) y le hace ver un atisbo de su gloria (v. 18-23). Esta relación tan especial permite a Moisés interceder por el pueblo pecador y obtener del Señor el perdón y la reconciliación.


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