Fuera temores

Encontré el siguiente versículo en mi lectura del otro día: “Oré al Señor, y él me respondió; me libró de todos mis temores” (Salmo 34:4, NTV).

Quiero que esa sea mi oración en estos días. No que me libre de las pruebas, pues sé que son necesarias; no que me libre de las tentaciones, pues sé que son parte de la vida; no que me libre de mí misma, pues debo aprender a morir; no que me libre de los tragos amargos, pues éstos llegarán sin lugar a dudas. Solo que me libre de mis temores.

Sí, de esos temores que se cuelan sin permiso por las rendijas de mi corazón y me hacen pensar de modo negativo. Esos temores que me pintan un panorama devastador y triste, desconsolador y pesimista. Esos temores que me roban la paz.

Ahora comprendo porqué en la Navidad el mensaje principal a personajes como José, María y los pastores fue: “No teman”. Porque los temores nos paralizan. Los temores nos impiden ver el final de la historia. Así que, fuera temores. Oraré y él responderá. ¿Cómo? Librándome de todos mis temores.


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