GÉNESIS PARTE I/EL PRÓLOGO/CAPÍTULO 7

Fueron aniquilados todos los seres vivientes que había sobre la superficie de la tierra, desde los seres humanos hasta los ganados, los reptiles y las aves del cielo. Todos fueron borrados de la tierra. Sólo quedó Noé y los que estaban con él en el arca.

Este pasaje, por otra parte de sobras conocido, me ha hecho pensar sobre las repercusiones, para bien o para mal, que nuestras acciones pueden tener sobre la vida de otros. 

Nuestra sociedad es radicalmente individualista y todos los mensajes que recibimos están orientados al «yo» y la satisfacción de sus necesidades. Tenemos derecho a vivir como queramos y no tener en cuenta las implicaciones que nuestras acciones y/u omisiones puedan tener sobre otros.

Porque esto es precisamente lo que aprendo en este pasaje de Génesis, lo que yo hago siempre tiene repercusiones sobre la vida de terceros y, por tanto, antes de actuar o dejar de hacerlo, debería pensar, evaluar y calcular qué impacto tendrá.

Aquí vemos como todos los seres vivientes -incluídos los animales de todo tipo- fueron destruidos como consecuencia del pecado y la maldad del ser humano. Los animales no eran moralmente culpables de nada, una vez más sufren las consecuencias del pecado de la humanidad.

También vemos que la familia de Noé fue salvada a causa de la justicia y rectitud del patriarca. En este ejemplo vemos el lado positivo, es decir, como la conducta de Noé tuvo una influencia salvífica sobre su familia.

Creo que el reto es, por tanto, a vivir de tal manera que nuestra influencia sobre los demás sea siempre para salvación y no para destrucción.

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