GÉNESIS PARTE II/EL CICLO DE ABRAHAM/CAPÍTULO 22

Cien años tenía Abraham cuando nació su hijo Isaac.

El patriarca tenía setenta y cinco años cuando partió de su tierra en busca de la tierra que el Señor le había prometido. Ya en aquellos momentos era una persona mayor en los límites de la edad fértil y con una persona que es descrita por las Escrituras como carente de capacidad para tener hijos pues Sara era estéril.

Abraham recibió repetidamente la promesa de que tendría un hijo a pesar de su propia edad y del estado de Sara. A la edad de noventa y nueve -es decir, veinticuatro años después de salir de su hogar y vagar como un nómada- la volvió a recibir, esta vez con fecha específica, al cabo de un año. Cuando era centenario nació Isaac ¡Veinticinco años de espera para ver realizada la promesa! 

Conocemos por los capítulos de Génesis que hubo momentos de duda en Abraham, sin embargo, su confianza prevaleció sobre su duda y, creyó en el Señor y, precisamente por eso, Dios lo declaró justo, lo consideró su amigo.

Hay dos cosas que me confrontan con este pasaje. La primera es cómo manejar la duda. Pienso que es algo humano y no creo que el Señor nos desprecie por ello, en mi opinión la clave es reconocerla y verbalizársela a Dios como hizo el patriarca.

La segunda, es cómo manejar la espera. Esperar no hay más remedio que esperar hasta que Dios decide intervenir, sin embargo, podemos esperar descansando y confiando o. por el contrario, podemos hacerlo en desesperanza, desasosiego y frustración. De nuevo la clave que nos enseña Abraham es reconocer y descansar verbalizándoselo al Señor.

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