Así fue como Esaú malvendió sus derechos de primogénito.
Es bien conocido este pasaje de la Biblia. Nos habla de negociar un futuro prometedor por un presente efímero. Nos habla de ceder a las presiones de los instintos aún a costa de hipotecar nuestro futuro. Nos habla de no saber controlar lo que nos pide el cuerpo y dejarnos esclavizar por él. Nos habla, en definitiva, del eterno problema de la gratificación instantánea de nuestros impulsos, deseos, necesidades, apetencias. Fue esto lo que llevó a Esaú a vender sus derechos de hijo mayor a cambio de poder satisfacer su hambre pagando un alto precio por ello.
Pensaba en cuántas veces negocio mis derechos como hijo de Dios a cambio de precios altísimos. Cuántas veces malvendo, como hizo el patriarca, aquello que el Señor me ha dado por la gratificación del pecado, siempre temporal y siempre efímera. Cuántas veces trafico el privilegio de seguir a Jesús por cosas o situaciones que me vuelven más esclavo y nunca me dan la satisfacción que prometen.
La situación que ilustra Esaú sigue repitiéndose hoy en día en tu vida y en mi vida. Siempre hay la tentación y la posibilidad de malvender nuestro seguimiento del Maestro.
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