GÉNESIS PARTE IV/EL CICLO DE JACOB/CAPÍTULO 27

Desde entonces Esaú guardó un profundo rencor hacia su hermano por la bendición que le había dado su padre.

Al leer este pasaje no dejo de sorprenderme. La maquinación y la mentira están presentes de forma descarada en Rebeca, que manipula toda la situación en beneficio de Jacob, quien ya sabemos que era su preferido, y por otro lado el propio Jacob que se presta a todo el engaño. El resultado fue un padre engañado, un hermano herido y que acumuló rencor y una madre y un hijo que se confabularon para por medio de la mentira conseguir sus fines ¡bonita familia!

Pero aún me sorprende más, si cabe, la total falta de arrepentimiento por parte de Jacob. No vemos, en ningún lugar de las Escrituras, que se nos diga que fue consciente de lo que había hecho, que entendió la dimensión moral de aquella situación, que reconoció su error y su mala actuación y, como no lo dice, no podemos ni debemos maquillar al personaje y darlo por supuesto. Jacob actuó mal y no se arrepintió. Jacob consiguió lo que perseguía como ya lo hizo con los derechos del hijo mayor.

Esto me lleva a pensar que las relaciones familiares, aunque esto es válido para cualquier otro tipo de relaciones interpersonales, son frágiles y pueden romperse en cualquier momento cuando interponemos nuestros intereses y justificamos lo que hemos hecho o aquello que queremos hacer. También cuando somos incapaces de reconocer nuestra mala actuación y pedir perdón y dar el paso para restaurar. Si esto no sucede, las relaciones se pudren y el rencor crece.

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