GÉNESIS PARTE IV/EL CICLO DE JACOB/CAPÍTULO 28/2

¡Realmente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía!

Jacob, de camino a la tierra de sus ancestros, tuvo la experiencia de la aparición del Señor y la misma marcó un punto de inflexión en su vida personal. Todo parece indicar que Dios dejó de ser únicamente el Dios de sus padres para convertirse en el suyo propio y personal. Para dejar constancia de semejante episodio tan memorable construyó un pequeño altar votivo. Estos altares -la mayoría de las veces simples piedras ungidas con aceite- testificaban y ayudaban a recordar aquella intervención que el Señor había realizado en la vida de una persona.

Esto me llevaba a pararme y pensar cuáles han sido esas experiencias de la presencia y la intervención del Señor que han marcado un antes y un después en mi seguimiento de Jesús. Puedo pensar, al margen de mi conversión, en una significativa que tuvo lugar en la provincia de Madrid y que supuso la reorientación total de mi ministerio hasta el día de hoy.

Todos necesitamos identificar esas huellas del Señor en nuestra vidas. Lo necesitamos porque son puntos de referencia, hitos, señales que, en tiempo de duda, sombra, presiones y crisis nos permiten volver allí y generar nuevamente seguridad y confianza.

¿Cuáles son los tuyos?

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