¿Qué es esto que Dios nos ha hecho?
Esta es la pregunta que se hacen los hermanos de José en respuesta a todos los acontecimientos que acababan de vivir en Egipto, la retención de Simeon, la petición de que Benjamín fuera llevado ante José y el hallazgo del dinero en los sacos y el miedo que eso provocó.
Al leer esto me ha hecho pensar en las preguntas equivocadas que le hacemos al Señor. Muchos seguidores de Jesús cuando la calamidad, el dolor -la dimensión física- o el sufrimiento -la dimensión emocional y aún espiritual- llega a sus vidas le pregunta a Dios el porqué de lo que está sucediendo.
Humilde y honestamente creo que es la pregunta equivocada. Las cosas malas les suceden por igual a creyentes y no creyentes. No estamos exentos de ninguna de las circunstancias que afectan a cualquier ser humano por el hecho de ser precisamente eso, un ser humano. Pienso que la pregunta acerca del porqué nace de tener esa expectativa falsa acerca de un trato de favor hacia nosotros y, consecuentemente, cuando la expectativa se ve truncada viene a nuestras vidas la frustración, el desánimo y nace la pregunta del porqué.
Siempre con la misma pretensión humilde creo que la pregunta correcta sería, o debería ser, qué es lo que quiere el Señor enseñarme por medio y en medio de esta situación. Cómo desea mi Padre utilizarla para formar el carácter de su hijo en mí. De qué maneras en medio del dolor o el sufrimiento Él puede manifestarse y puedo, como resultado, acabar siendo más parecido a Jesús a quien sigo.
Las preguntas equivocadas nos pueden producir mucha frustración. Las preguntas correctas, aunque más duras, nos pueden ayudar a crecer.
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