Un día, José dijo a sus hermanos: Mi fin está cerca, pero Dios vendrá a ayudaros y os llevará de este país a la tierra que prometió a Abraham, Isaac y Jacob.
Los capítulos 49 y 50 dan fin al libro de Génesis con la muerte de Jacob y posteriormente la muerte de José. En sus momentos finales el patriarca recordó a sus hermanos la promesa del Señor de que la tierra de Canaán sería dada en heredad a los descendientes de Jacob y dio las instrucciones necesarias con respecto a que, cuando el momento llegará, sus restos mortales fueras trasladados allí.
¿Qué pensar de un capítulo como este? La idea de vivir siempre con perspectiva eterna. Al leerlo me daba cuenta que un reto del cristianismo contemporáneo para aquellos que vivimos en la cultura occidental tan materialista es, precisamente, no perder de vista la idea de eternidad, no olvidar que vivimos esperando encontrarnos con el Señor y vivir la vida eterna en su total y absoluta plenitud.
Pienso que si perdemos esa perspectiva que abre y amplia nuestros horizontes podemos correr el riesgo de dejarnos capturar por la inmediatez del hoy y del aquí con sus miserias, sus limitaciones, sus presiones, sus angustias y sus ansiedades. No estoy afirmando que debamos ser ignorantes o cerrar los ojos a la realidad presente, estoy diciendo de vivir por encima de ella, con perspectiva de eternidad, algo que estoy convencido nos daría más fuerza y más capacidad para afrontar y vivir el presente.
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