¿Hay un Médico en la Sala?

En toda angustia de ellos él (el Señor) fue angustiado, y el ángel de su faz los salvó; en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días de la antigüedad.Isaías 63:9.

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El espectáculo fue interrumpido bruscamente y alguien preguntó: ¿Hay un médico en la sala? El breve silencio que siguió tradujo la conmoción de los asistentes. Luego continuó el espectáculo, borrando muy pronto el malestar que esta interrupción había causado. La mayoría, sin duda, se preguntó qué había sucedido, pero rápidamente la presentación volvió a comenzar y el incidente fue olvidado. Sin embargo la enfermedad, o quizá la muerte, se habían presentado en ese teatro. ¡Pero eso sólo concernía a otro, no a mí!

Estamos tan centrados en nosotros mismos que a menudo los problemas de los demás nos son indiferentes. Pero eso no debería ser así, sobre todo en los creyentes. Jesucristo nunca fue indiferente ante la miseria. Si leemos los primeros capítulos del evangelio según Marcos, lo vemos alimentar a las multitudes hambrientas, sanar a los enfermos, sin tomarse nunca un momento de descanso; siempre estaba disponible para llevar el consuelo a quienes encontraba a su paso.

Si usted se halla en un estado de malestar físico o espiritual, sepa que Jesús también se interesa en usted y que ninguna circunstancia de su vida le es indiferente. Así como pudo responder a todas las tristezas cuando vivía en la tierra, ese médico divino también puede hacerlo hoy desde el cielo. Dígale simplemente, en oración, que lo necesita. ¡Él jamás dejará de responderle!


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