HECHOS 20. EL EVANGELIO SE EXTIENDE POR JUDEA Y SAMARIA 1

HECHOS 8:1-8
1 Saulo fue uno de los testigos y estuvo totalmente de acuerdo con el asesinato de Esteban.
Ese día comenzó una gran ola de persecución que se extendió por toda la iglesia de Jerusalén; y todos los creyentes excepto los apóstoles fueron dispersados por las regiones de Judea y Samaria. 2 (Con profundo dolor, unos hombres consagrados enterraron a Esteban). 3 Y Saulo iba por todas partes con la intención de acabar con la iglesia. Iba de casa en casa y sacaba a rastras tanto a hombres como a mujeres y los metía en la cárcel.
4 Así que los creyentes que se esparcieron predicaban la Buena Noticia acerca de Jesús adondequiera que iban. 5 Felipe, por ejemplo, se dirigió a la ciudad de Samaria y allí le contó a la gente acerca del Mesías. 6 Las multitudes escuchaban atentamente a Felipe, porque estaban deseosas de oír el mensaje y ver las señales milagrosas que él hacía. 7 Muchos espíritus malignos[a] fueron expulsados, los cuales gritaban cuando salían de sus víctimas; y muchos que habían sido paralíticos o cojos fueron sanados. 8 Así que hubo mucha alegría en esa ciudad.
La muerte de Esteban desencadena una persecución de la iglesia que, hasta ese momento, estaba radicada únicamente en la ciudad de Jerusalén. Como consecuencia, y tal y como dice el texto, los discípulos, los seguidores de Jesús fueron esparcidos por toda la región adyacente e iban predicando la Palabra del Señor. De esta manera el evangelio llega hasta Samaria y rompe una primera barrera racial -ya que samaritanos y judíos se despreciaban mutuamente y no tenían trato entre ellos- algo que ya había hecho Jesús en múltiples ocasiones.

Me llama la atención dos cosas de este pasaje. La extensión del evangelio no se hubiera producido si los discípulos no hubieran tenido que afrontar persecución. Todo parece indicar que estaban muy felices en Jerusalén, yendo al templo, teniendo compañerismo y, olvidándose, de todo un mundo necesitado que les estaba esperando. La persecución les fuerza a salir de su autocomplacencia y eso favorece la predicación del evangelio.

Me hacía pensar en cuántas ocasiones Dios tiene que usar circunstancias difíciles para sacarnos de nuestro estado de letargo emocional, intelectual y espiritual. Realidades de la vida que nos fuerzan a tener que responder, nos obligan a mover ficha aunque, lamentablemente, no siempre las sabemos bienvenir y aprovechar.

La segunda cosa digna de mención en este pasaje es que el crecimiento de la iglesia no se debe a la obra de digamos «los profesionales». Nos dice el texto que los apóstoles se quedaron en Jerusalén y fueron creyentes de a pie los que compartieron las buenas nuevas allí por donde iban. Nuevamente el mito del profesional como responsable de la obra se va a tierra.
Un principio

Dios usa circunstancias y realidades de la vida para sacarnos del letargo.

Una pregunta

¿Qué quiere enseñarte Dios por medio de tus actuales circunstancias?

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