HECHOS 46. EL MINISTERIO DE PABLO. EL SEGUNDO VIAJE MISIONERO 6

HECHOS 17:1-9

1 Más tarde, Pablo y Silas pasaron por las ciudades de Anfípolis y Apolonia y llegaron a Tesalónica donde había una sinagoga judía. 2 Como era su costumbre, Pablo fue al servicio de la sinagoga y, durante tres días de descanso seguidos, usó las Escrituras para razonar con la gente. 3 Explicó las profecías y demostró que el Mesías tenía que sufrir y resucitar de los muertos. Decía: «Este Jesús, de quien les hablo, es el Mesías». 4 Algunos judíos que escuchaban fueron persuadidos y se unieron a Pablo y Silas, junto con muchos hombres griegos temerosos de Dios y un gran número de mujeres prominentes.[a]

5 Entonces ciertos judíos tuvieron envidia y reunieron a unos alborotadores de la plaza del mercado para que formaran una turba e iniciaran un disturbio. Atacaron la casa de Jasón en busca de Pablo y Silas a fin de sacarlos a rastras y entregarlos a la multitud.[b] 6 Como no los encontraron allí, en su lugar sacaron arrastrando a Jasón y a algunos de los otros creyentes[c] y los llevaron al concejo de la ciudad. «Pablo y Silas han causado problemas por todo el mundo —gritaban—, y ahora están aquí perturbando también nuestra ciudad. 7 Y Jasón los ha recibido en su casa. Todos ellos son culpables de traición contra el César porque profesan lealtad a otro rey, llamado Jesús».

8 La gente de la ciudad y también los del concejo de la ciudad quedaron totalmente confundidos por esas palabras. 9 Así que los funcionarios obligaron a Jasón y a los otros creyentes a pagar una fianza y luego los soltaron.

Pablo y su acompañante se dirigen a Tesalónica después del episodio acontecido en Filipos, pero en esta ciudad también se encuentran con oposición de parte de la comunidad judía residente allí.

El pasaje describe de manera muy breve, sucintamente, el contenido del mensaje de los dos apóstoles, pero suficiente para notar algo muy importante, el centro del mismo era Jesús.

De aquí viene la enseñanza para mí en esta mañana pensar y revisar cuál es el centro de mi mensaje y asegurarme que no es otra cosa que Jesús como Señor, es decir, aquel que quiere tener influencia sobre cada área de mi vida, y Salvador, aquel que puede restaurar las rupturas que el pecado ha producido en mi vida.

Porque no nos confundamos, en ocasiones hay otras cosas que ocupan el lugar central. Nos podemos predicar a nosotros mismos, a nuestra iglesia, nuestra denominación o nuestra organización o confesión. Hay ocasiones en que es más importante ser evangélico o ser católico que seguir a Maestro y así lo refleja nuestra predicación.

Por usar las palabras de Pablo, predicamos a Cristo y a este crucificado.


Un principio

El centro de nuestro mensaje sólo puede ser Jesús

Una pregunta

¿Cuál es el auténtico centro de tu mensaje?


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