HECHOS ESTUDIO 13: ESCÁNDALO

Nunca dejaran de confiar en el amor de Dios.

Este es el consejo que Pablo y Bernabé dieron a los nuevos seguidores de Jesús  en la ciudad de Pisidia, en Asia Menor, gente que justo acaba de recibir la buena noticia de que Jesús, a través de su muerte y su resurrección, perdonaba todas sus deudas con Dios.

Leer esas palabras me han llevado a un viaje introspectivo en mi propia vida. Me doy cuenta de que cuanto más me acerco a la luz -Jesús- más evidente se vuelve para mí mi propio pecado. Eso me deprimiría si no fuera por la gracia de Dios, por el amor incondicional y total del Señor.

La gracia es escandalosa, estrafalaria, vergonzosa. La gracia es un derroche de amor y aceptación sin medida, sin ningún tipo de medida, sin ninguna relación con aquel que la recibe, es precisamente esa falta de lógica, de cualquier sentido lo que la hace extravagante e incomprensible desde todo punto de vista lógico y racional.

Pero necesitamos la gracia como el aire que precisamos para respirar. Sin ella nos asfixiaríamos en nuestra miseria y en nuestro pecado. Pero ella nos mantiene vivos nos devuelve una dignidad inmerecida, nos restaura, nos eleva, nos hace humanos cuando, a menudo, simplemente somos animales.

Por eso nunca debemos dejar de confiar en la gracia de Dios, por eso nunca debemos olvidarla, por eso nunca debemos pensar que nos ha sido retirada, por eso nunca, nunca, nunca, podemos tampoco negársela a otros, porque cuando a alguien se le priva de la gracia se le priva de la vida, de la dignidad.

Pero todo esto tal vez sean simples reflexiones de una noche de jetlag ¡Quién sabe!

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