El capítulo seis de Hechos narra una tensión que se crea en el seno de la naciente iglesia cristiana. Parece ser que se produce una discriminación en el trato de que se daba a las mujeres viudas de origen gentil y de origen judío. ¿Cuestión de preferencias? ¿Racismo? ¿Descuido o negligencia? No lo sabemos a ciencia cierta y únicamente podemos hacer especulaciones al respecto.
Lo que sí es cierto es que aquello mereció la atención del liderazgo de la iglesia y la necesidad de actuar para evitar que situaciones similares volvieran a repetirse. Como resultado se nombraron díaconos encargados de llevar a cabo la tarea de asegurarse que nadie fuera desatendido o discriminado. Llama la atención, sin embargo, la calidad espiritual y humana de las personas escogidas, se hablan de los requisitos que deberían tener y sabemos mucho acerca de la historia de Esteban, que centrará el próximo capítulo y Felipe un gran evangelista,
La aplicación para mí, como pastor, es el hecho de que no podemos permitirnos que en nuestras congregaciones existan personas necesitadas y no tengamos conciencia de esa situación. No podemos, ni debemos, permitir que haya personas que sufran emocionalmente, espiritualmente, materialmente y no tengamos conciencia de semejantes situaciones.
Pienso en la necesidad de ser intencionales al respecto en identificar personas que tengan un perfil de cuidadores y estén al caso de cualquier tipo de necesidad, en cualquier área, a fin de que la comunidad pueda responder.
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