Incrustados en la arena

incrustados en la arena

(Articulo original en: Pluma Encendida)

Pareciera como un cuadro de naturaleza muerta, donde alguien
tuvo la genial idea de cortar la flor y hundir su tallo en la escena del
implacable desierto.

Es contradictorio que esos finos pétalos sigan abiertos y
que el tallo siga erguido en medio de la intemperie. Si es por la brisa, el
vendaval arenoso la haría trizas, y si es por el sol, el calor que se le
incrusta en más ponzoñoso que cualquier aguijón.

Pero sigue viva, en medio de la sequedad. Empinada en medio
de la aridez.
– Y en las sequías saciará tu alma, afirma el Profeta.
(Isaías 58:11)
A pesar de las condiciones del entorno, de las aparentes
circunstancias, sigue de pie. Como sostenida por la certeza de que viene en
camino el riego de Dios para ella.
Las fotos siguen capturando la imagen, todos quieren ver,
todos se preguntan cómo sobrevive.
Pero en su interior se levanta un clamor que sube a lo largo
del tallo, explotando en el punto más céntrico de ella:
– Sáciame Señor en medio del sequedal, levanta mi cabeza en
el temporal. La arena y el sol me empujan hacia adentro y hacia los lados, si
no me hunden por completo  me sacaran de
raíz.
– Espero sentir tu lluvia cayendo sobre mí, aunque en las
alturas no haya movimiento aparente.
– Espero porque la tierra se abra y fluya tu riego.
– Espero en medio de todo y de la nada al mismo tiempo.
– Espero encontrarme pronto a la orilla de ese manantial
cuyas aguas nunca faltan.
– ¡Espero en ti!
Para todos aquellos que como flores en la arena siguen de
pie.
Erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca.Lucas 21:28



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