Inmortalidad del Alma

Por Jack Fleming

Lc.16:19/31 «El rico y Lázaro».

Job 33:29/30 «para apartar su alma del sepulcro».
Ec.12:7 «el espíritu vuelva a Dios que lo dio».
Pr.14:32 «el justo en su muerte tiene esperanza».
Mt.10:28 «no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar».
Hch.7:59 «Esteban…decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu».
Lc.23:43 (Al ladrón en la cruz) «Jesús le dijo…hoy estarás conmigo en el paraíso».
Lc.12:20 (El rico insensato) «Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma».
Ap.6:9-11 «vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos…y clamaban a gran voz».
Ap.7:14-15 «Estos son los que han salido de la gran tribulación…están delante del trono de Dios, y le sirven».

Filp.1:21-23 «Porque para mí el morir es ganancia…teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor».

Otros pasajes para considerar: Mt.22:32, Job 19:25-27, Sl.17:15, Dn.12:2, Mt.25:46, Mt.17:3, Jn.14:2, 1Cor.15:53, 2Cor.5:1 y 8.
Lo que confunde a aquellos que niegan la inmortalidad del alma e ignoran voluntariamente los pasajes antes citado, es que el vocablo «alma» se usa en la Biblia también como sinónimo de «persona». Porque la Biblia está escrita en el lenguaje corriente de las personas. Como cuando decimos refiriéndonos a una calle desierta: «No hay ni un alma».

Así se emplea en Ez.18:20 «El alma que pecare, esa morirá». Interpretar de otra manera este pasaje, nos pone en conflicto con todo el resto de las Sagradas Escrituras, donde se destaca con inusitado relieve la inmortalidad del alma.

No se puede interpretar de otro modo Ez.18:20, porque Dios no está hablando de vida espiritual o de muerte espiritual (que significa «separación de Dios», compare Gn.2:17 con Gn.3:24 y Gn.5:5).
Todo el planteamiento de Ez.18:20 debemos entenderlo a la luz del pacto mosaico. Este deja claro que quien lo obedezca, vivirá físicamente y el que desobedezca el pacto, morirá físicamente (Dt.28:58/66, Dt.30:15/20). Dt.30:20 «y prolongación de tus días».
Para una correcta interpretación bíblica, necesitamos diferenciar entre «el pueblo terrenal» -Israel, y el «pueblo espiritual» -la Iglesia. Mezclar ambos pueblos y ambos pactos, nos llena de confusión y nos aleja de la verdad.
Jesús dejó muy en claro que con la iglesia hacía un nuevo pacto:
Mt.26:28 «esto es mi sangre del nuevo pacto».

Heb.8:13 «Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer».
2Cor.3:6 «nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto.
El pacto antiguo hecho con el pueblo terrenal -Israel, ofrece promesas terrenales con bendiciones terrenales.
Gn.12:7 «y apareció Jehová a Abram y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra».

Dt.28:1-5 «Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios…vendrán sobre ti estas bendiciones…el fruto de la tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar».
Pero a su pueblo espiritual -la Iglesia, jamás le ha prometido vacas ni ovejas, ni autos o TV Plasma, por el contrario. Esto es lo que se aprecia en la vida del apóstol Pablo, que contrasta notablemente con la prosperidad de los patriarcas del Antiguo Testamento.
Mt.6:l9-21 «No os hagáis tesoros en la tierra…sino haceos tesoros en el cielo…donde esté vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón».
Mt.10:38-39 «el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará». (Leer Jn.15:19, Filp.3:20, Lc.14:14).
Al pueblo terrenal, Dios le prometió bendiciones terrenales y una larga vida y prosperidad aquí en la tierra.
Al pueblo espiritual -la Iglesia, jamás nos ha prometido prosperidad terrenal ni una larga vida aquí en la tierra. Muy por el contrario, pero en cambio nos ha ofrecido algo muchísimo mejor: Vida eterna y glorias eternas, pero en el cielo, porque somos un pueblo con futuro celestial.
Por lo tanto la muerte que hace menciona en Ez. 18:20 es la muerte física, porque nuestra alma es inmortal
Ap.6: 9-11 «Vi debajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?».
Lc. 16 : 19-31 El rico y Lázaro estaban vivos y plenamente conscientes en la eternidad, porque nuestra alma es eterna, inmortal.
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