JESÚS ES EL REY

Introducción: Una vez un rey visitó una escuela en el campo, y los niños habían dicho que toda cosa pertenece a uno de los tres reinos: mineral, vegetal o animal. Esa era la clase del día. Él ingreso y les preguntó: Y yo, ¿a cuál reino pertenezco? Los niños no hallaban cómo contestar a esta pregunta; pero una niña resolvió la dificultad contestando: Vos pertenecéis al reino de Dios, porque por Su voluntad reináis. El rey quedó muy contento con la viveza de la niña y emocionado por la verdad que ella había expresado. Nada tenemos y podemos hacer sin que Dios nos lo conceda, porque él está sentado en su trono y lo gobierna todo…
 MATEO 21:1-12. 
I.   ES EL REY CUYA PRESENCIA CONMUEVE TODO.     
A.    Todo Rey es anunciado primero, Mt. 21:4-5. 
Nota: Desde tiempos antiguos el protocolo demanda que el rey antes de aparecer sea anunciado, y su llegada provoca expectativa en el lugar, y muchos arreglos y preparativos. Pues los profetas ya habían anunciado que el Rey llegaría, que vendría, el verdadero y gran Rey, el Rey de reyes, a Jerusalén llegaría.
Dice: “tu Rey viene a ti”, viene sin esperar que tú vayas a él… y cómo viene? “Manso y humilde”: accesible para todas las necesidades, para todos los necesitados…Los caballos estaban reservados a los nobles y oficiales del ejército, Jesús entró montado en un asno mostrando su humillación y que venía en son de paz y no de guerra.  
B.    Cuando Cristo llega todo se conmueve, Mt. 21:10-11.               
Nota: La palabra conmover del gr. seío, significa además: agitar, hacer temblar, sacudir, mover de un lado a otro. Es el Rey que trae paz, de hecho llegó a Jerusalén, cuyo nombre significa ciudad de paz, pero primero necesita generar cambios, primero conmueve las estructuras humanas para establecer la suya. Su llegada provoca cambios que no se esperan, hay muchas preguntas… “¿quién es éste?” decían… nosotros podemos decir: ¿Qué es esto? ¿Qué está pasando? Y la respuesta será: es Jesús, ha venido, está conmoviendo las cosas, está acomodando, y quizá sea un tanto incomodo, y hasta nos disguste, pero seguro será para nuestro bien, pues su palabra dice: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros,  dice Jehová,  pensamientos de paz,  y no de mal,  para daros el fin que esperáis”, Jer. 29:11.     
Nota: La gente con gozo respondía: “es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea”. Por 400 años Dios no había vuelto a hablar por sus profetas, ahora estaba no sólo un profeta sino Dios mismo hablándoles… a veces Dios esta callado, y con ese silencio nos está llamando a buscarlo en intimidad, porque quiere estar con sus hijos, escucharlos y hablarles a su corazón…  
II.     ES EL REY DE MARAVILLAS.         
A.    Cristo es nuestro Rey, salvador y sanador, Mt. 21:14-15.      
Nota: Los enfermos que se enteraron que Jesús había llegado, vinieron a él, y fueron sanados, la Biblia llama esto: “maravillas” del gr. dsaumásios que significa: asombroso, milagro, cosas extraordinarias. Lo que Jesús hace es maravilloso, extraordinario… pensemos:
1.  Nos creó,
2.  Nos perdonó,
3.  Nos dio vida eterna,
4.  Nos ha sanado, liberado, restaurado,
5.  Nada nos ha faltado, ha cuidado de nosotros…
6.  Nos ha sacado del hoyo de la desesperación muchas veces…
7.  Y estaremos para siempre con él en su Reino…    
B.     El orgullo y celo religioso nos impiden ver las maravillas de Cristo.   
Nota: Los sacerdotes y escribas veían las maravillas y oían las alabanzas pero no creían en el Mesías, no eran ciegos ni sordos pero no querían ver ni oír. La peor desgracia no es ser pecador, la más grande desgracia es no reconocerlo. Eran los representantes de la vida religiosa, pero no eran ejemplos de la vida espiritual. Cristo vino a sanar al enfermo, a perdonar al pecador, a restaurar al hombre caído… la religión enferma, condena, y no salva, porque el único mediador entre Dios y los hombres, se llama Jesucristo hombre.
Nota: Es interesante que dice: “los muchachos” del gr. país que significa muchacho, joven, niño. Cantaban “Hosanna al Hijo de David”, esto lo aprendieron de los adultos, vrs. 9 (¡qué responsabilidad!). Hosanna significa, en hebreo, «salva, te rogamos». Vino a ser una expresión de alabanza en lugar de ruego, aunque originalmente fue quizá un clamor pidiendo ayuda. El clamor del pueblo cuando la entrada triunfal del Señor en Jerusalén fue tomado del Salmo 118, que era recitado en la Fiesta de los Tabernáculos, «El último día de la fiesta» recibía el nombre de «el gran Hosanna», y las ramas recibían también el nombre de hosannas. 
    
III.     CRISTO ES EL REY QUE TRAE LIMPIEZA Y ORDEN A LA CASA.  
A.    Jesús viene a su templo y lo transforma, Mt. 21:12.       
Nota: Lo que ellos hacían debía hacerse, vender los animales del sacrificio y cambiar el dinero… pero ellos lo hacían mal, pues  profanaban el templo, “vendían y compraban en el templo”, y así el énfasis del culto ya no era Dios ni la adoración a él. 
Cuando el Señor entra en nuestra vida, saca de ahí lo impropio… La Biblia nos enseña que Jesús hizo esto dos veces al comienzo y al final de su ministerio, algunas biblias llaman a ésta porción la “purificación del templo”, y debemos recordar que Cristo viene por una “iglesia gloriosa, que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que sea santa y sin mancha”.  
 
B.    Jesús quiere que su casa sea una casa de adoración y poder, Mt. 21:14 y 16.
Nota: Dios quiere a causa de la adoración de su pueblo, venir, es decir manifestar su presencia con poder, sanando, restaurando y salvando las vidas.
Nota: Nuestra vida debe ser un lugar de culto a Dios, somos templo de Dios, él está en nosotros, por tanto donde vamos él va con nosotros, por eso la mejor adoración no se da en el templo más hermoso, sino en aquel corazón que es consciente de la presencia de Dios en él, y por eso procura siempre agradarle y obedecerle… El vrs. 8 nos enseña la importancia de reconocer el señorío de Cristo (Procuraron honrar a Cristo de la mejor manera que podían, alfombrando con sus mantos el camino. Cuando Jehú fue proclamado rey, los príncipes del ejército de Israel pusieron sus mantos debajo de él, en señal de homenaje y sumisión), esto nos enseña que los que aceptamos a Cristo por Rey y Señor, debemos colocarlo todo bajo sus pies.     
   
Conclusión: La mejor adoración que podemos ofrecerle al Señor es nuestro corazón sincero, obediente, humilde, sometido a Su voluntad, que procura agradarle siempre, que puede alabar en medio de la dificultad, viviendo el proceso de Dios y sin entender claramente lo que está pasando, pero que confía en que Dios tiene el gobierno de todas las cosas…                                                       (Pastor Gonzalo Sanabria).

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