JUAN 14. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESUS 7

22 Después de esto, Jesús fue con sus discípulos a la región de Judea, y estuvo allí algún tiempo con ellos bautizando a la gente.23-24 En ese tiempo Juan el Bautista todavía no había sido encarcelado, y también estaba bautizando en el pueblo de Enón, cerca de un lugar llamado Salim. En Enón había mucha agua, y la gente buscaba a Juan para que él los bautizara.

25 Entonces algunos discípulos de Juan comenzaron a discutir con un judío acerca de una ceremonia de purificación.26 Fueron a ver a Juan y le dijeron:

–Maestro, ¿recuerdas a aquel de quien nos hablaste, el que estaba contigo al otro lado del río Jordán? Pues bien, ahora él está bautizando y todos lo siguen.

27 Juan les contestó:

–Nadie puede hacer algo si Dios no se lo permite.28 Ustedes mismos me escucharon decir claramente que yo no soy el Mesías, sino que fui enviado antes que él para prepararlo todo.

29 «En una boda, el que se casa es el novio, y el mejor amigo del novio se llena de alegría con sólo escuchar su voz. Así de alegre estoy ahora, porque el Mesías está aquí.30 Él debe tener cada vez más importancia, y yo tenerla menos.

Los discípulos de Juan, gente bien intencionada como tanta gente, están preocupados por la pérdida de influencia y popularidad de su maestro y así se lo hacen notar. Juan, maduro, consciente de su misión y contento y satisfecha de la misma, hace dos afirmaciones muy importantes. Todo lo que tenemos proviene de Dios y nada podemos tener que no nos conceda. La segunda, yo debo menguar y Él, Jesús, debe de ir creciendo en centralidad e importancia.

Un pasaje con implicaciones muy directas para mi vida personal. Cuando tienes 54 años la perspectiva cambia de forma radical, o debería cambiar. Te queda menos por delante de lo que hay detrás tuyo. Estás ante los que estadísticamente van a ser los últimos años útiles de tu trabajo y ministerio. Ha llegado el tiempo de dejar un legado, de mirar de menguar para que otros puedan crecer y, consecuentemente, puedan desarrollar su capacidad, su talento, sus dones y su contribución única y singular para el Reino de Dios.

Este pasaje me han enseñado que es el momento en mi contribución al Reino de enfatizar más y más el darle juego a otros, equiparlos, ayudarles a crecer y desarrollarse, potenciarlos aunque esto sea al precio de ir pasando más y más a un segundo plano y tener cada vez menos poder pero más influencia.

Un principio

Pensar que contribución hacemos al Reino.


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