JUAN 23. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 16

30 «Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta. Mi Padre me envió, y él me dice cómo debo juzgar a las personas. Por eso yo juzgo correctamente, porque no hago lo que yo quiero, sino que obedezco a mi Padre. 31 «Si yo hablara bien de mí mismo, ustedes dirían que miento.32 Pero conozco bien a alguien que confirmará que digo la verdad.33 Cuando ustedes enviaron mensajeros a Juan, él les dijo la verdad.34-35 Lo que Juan enseñaba era tan bueno como una lámpara encendida en la oscuridad, y por un tiempo ustedes se alegraron de oírlo.»Pero yo no necesito que nadie hable bien de mí. Mencioné a Juan sólo para que ustedes crean, y Dios los salve.36 Yo puedo probarles que de verdad mi Padre me ha enviado. Así lo prueba todo lo que hago, y ni siquiera Juan puede ser mejor testigo. Porque yo hago las cosas que mi Padre me envió a hacer. 37 «Mi Padre me ha enviado, y él también habla bien de mí. Lo que pasa es que ustedes nunca lo han oído hablar, ni lo han visto cara a cara.38 Ustedes no aceptan su mensaje, pues no han creído en mí, a quien él envió. 39 «Ustedes estudian la Biblia con mucho cuidado porque creen que así tendrán vida eterna. Sin embargo, a pesar de que la Biblia habla bien de mí,40 ustedes no quieren creerme para tener vida eterna.

Jesús continúa con su diálogo con los judíos que le acusaban de romper las leyes acerca del día sagrado, el sábado, y hacer cosas prohibidas aquel día, concretamente, haber sanado a una persona que durante 38 años había estado sufriendo. Su autoridad para hacer ese tipo de cosas era puesta en entredicho. Por tanto, Jesús, a pesar de no tener ninguna necesidad de hacerlo, decide justificar sus credenciales para actuar de dicho modo.

En el pasaje afirma que hay cuatro fuentes que dan testimonio acerca de quién es Él y acreditan su autoridad. Por este orden menciona a, Juan el Baustista, sus milagros, el mismo Padre y, finalmente las Escrituras. Jesús juega con la afirmación de la ley judía de que es preciso más de un testigo para que el testimonio sea válido. El Maestro les ofrece cuatro testigos en su favor.

Sin embargo, lo que es el reto de este pasaje para mi vida es la afirmación de Jesús, Su palabra no ha tenido acogida en vosotros. Me he dado cuenta que hay una diferencia entre acoger en la mente y acoger en el corazón. Este último puede rechazar aquello que la mente considera correcto, bueno y adecuado. El corazón tiene otras razones, otras motivaciones, otras intenciones que no tienen nada que ver con mi mente. Es más, me doy cuenta que mi corazón puede incluso engañar a mi mente haciéndola creer que es suficiente con saber aunque no viva. El corazón puede bloquear aquello que el intelecto acepta, ama y añora.
Un principio

Ayúdame a no bloquear tu palabra en mi corazón


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