JUAN 27. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 20

22 Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del lago se enteró de que los discípulos se habían ido en la única barca que había, y de que Jesús no se había ido con ellos.23 Otras barcas llegaron de la ciudad de Tiberias y se detuvieron cerca del lugar donde el Señor había dado gracias por el pan con que alimentó a la gente.24 Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos venían en esas barcas, decidieron ir a buscarlo. Entonces subieron a las barcas y cruzaron el lago en dirección a Cafarnaúm.

25 Cuando la gente encontró a Jesús al otro lado del lago, le preguntaron:

–Maestro, ¿cuándo llegaste?

26 Jesús les respondió:

–Francamente, ustedes me buscan porque comieron hasta quedar satisfechos, y no por haber entendido los milagros que hice.27 No se preocupen tanto por la comida que se acaba, sino por la comida que dura y que da vida eterna. Esa es la comida que yo, el Hijo del hombre, les daré, porque Dios mi Padre les ha mostrado que yo tengo autoridad.


Sigue el capítulo seis del evangelio narrando como la gente, que ya sabíamos por versículos anteriores que buscaba a Jesús para hacerlo rey, van detrás de Él al enterarse que ha cruzado el lago y se encuentra en la otra orilla. El texto parece indicar que lo encontraron en la sinagoga de la ciudad costera de Cafarnaún y allí, precisamente allí, se desarrolla una larga conversación que, a fin de de estudiarla mejor he seccionado en varias partes.

En esta primera, la que reflejan los versículos reproducidos, ya se ve el conflicto que se dará entre Jesús y los que le siguen. El Maestro les indica que le buscan porque tienen de Él unas expectativas, que los alimente y, si fuera posible que lo haga cada día con la misma intensidad que lo hizo en la montaña.

Sin embargo, Jesús va por otro lado, va en otra dirección, tiene otros intereses y desea ministrar otras necesidades más profundas, la que todo ser humano tiene de sentido y propósito, de vida eterna, entendiendo esta no como la que comienza después de morir sino aquella vida trascedente, aquella vida que vale la pena vivir en plenitud cada día y que, naturalmente, comienza hoy y aquí.

Pienso que este conflicto se sigue dando hoy en día. Es fácil afirmar que otros lo experimentan, es decir, que otros buscan a Jesús para que sacie sus necesidades, cualesquiera que están sean y, el Maestro, por otro parte tiene interés en darles otras cosas. Pero me sucede a mí también y es mi enseñanza del día. Busco a Jesús porque tengo claro lo que quiero, pero Él sabe lo que necesito. Insisto en mi petición, que creo legítima, no la recibo, me voy desilusionado y en mi obcecasión me he perdido aquello que Jesús sabía que necesitaba y quería darme. ¡Qué burro soy!

Un principio

Jesús sabe lo que necesito, yo únicamente lo que quiero.


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