JUAN 47. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 40

Juan 9:13-24

13-14 Cuando Jesús hizo lodo y sanó al ciego era día de descanso obligatorio. Por eso, algunos llevaron ante los fariseos al joven que había sido sanado.15 Los fariseos le preguntaron:

–¿Cómo es que ya puedes ver?

El joven les respondió:

–Jesús me puso lodo en los ojos, y ahora puedo ver.

16 Algunos fariseos dijeron: «A ese hombre no lo ha enviado Dios, pues desobedece la ley que prohíbe trabajar en sábado». Pero otros decían: «¿Cómo puede un pecador hacer milagros como este?» Y no se ponían de acuerdo.17 Entonces le preguntaron al que había sido ciego:

–Ya que ese hombre te dio la vista, ¿qué opinas de él?

–Yo creo que es un profeta –les contestó–.

18 Pero los jefes judíos no creían que ese joven hubiera sido ciego y que ahora pudiera ver. Entonces llamaron a los padres del joven19 y les preguntaron:

–¿Es este su hijo? ¿Es cierto que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver?

20 Los padres respondieron:

–De que este es nuestro hijo, y de que nació ciego, no tenemos ninguna duda.21 Pero no sabemos cómo es que ya puede ver, ni quién lo sanó. Pregúntenselo a él, pues ya es mayor de edad y puede contestar por sí mismo.

22-23 Los padres dijeron esto porque tenían miedo de los jefes judíos, ya que ellos se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga a todo el que creyera y dijera que Jesús era el Mesías.

La consecuencia de la curación del ciego es un nuevo conflicto con los dirigentes religiosos de los judíos. El problema se suscita porque la curación ha sido llevada a cabo en sábado y se supone que en dicho día nadie debía trabajar. Jesús es considerado como un pecador por el hecho de haber tenido la osadía de curar y ayudar a una persona necesitada en sábado rompiendo de ese modo la tradición religiosa.

Cuando reflexionaba sobre este pasaje me preguntaba si Jesús era totalmente intencional y actuaba con premeditación cuando hacía este tipo de cosas rompiendo las tradiciones. Creo que si, que lo era. Después, me preguntaba el porqué de dicha manera de actuar, sobre qué cosas quería llamarme la atención procediendo de este modo.

Me doy cuenta que a lo largo de la historia, y seguimos haciéndolo, los cristianos somos rápidos para discutirnos, enfrentarnos y anatemizarnos por sibilinas y sofisticados matices teológicos. La iglesia ortodoxa y la católica se dividieron en el siglo XI por matices de la personalidad del Espíritu Santo que son incomprensibles para mí. Hoy en día seguimos y seguimos discutiendo por cosas similares relacionadas con el Espíritu y sus dones, la escatología, el gobierno de la iglesia y un largo etcétera.

Nunca he visto discusiones tan encarnizadas ni tanta pasión puesta en cómo podemos ser mejores agentes de restauración en un mundo roto. No tengo constancia del mismo empeño puesto para mejorar nuestra capacidad de servir a un mundo en necesidad y a una humanidad de sin Dios. Echo de menos el esforzarnos por construir puentes con otros creyentes a fin de mejor ser de bendición a tante gente necesitada.

Me pregunto si Jesús, con sus milagros que rompían las tradiciones religiosas, no quería enseñarme a poner el acento en la sílaba correcta.

Un principio

Hay que discernir muy bien sobre qué cosas vale la pena luchar.


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