JUAN 48. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 41

24 Los jefes judíos volvieron a llamar al que había sido ciego, y le dijeron:

–Júranos por Dios que nos vas a decir la verdad. Nosotros sabemos que el hombre que te sanó es un pecador.

25 Él les contestó:

–Yo no sé si es pecador. ¡Lo que sí sé es que antes yo era ciego, y ahora veo!

26 Volvieron a preguntarle:

–¿Qué hizo? ¿Cómo fue que te sanó?

27 Él les contestó:

–Ya les dije lo que hizo, pero ustedes no me hacen caso. ¿Para qué quieren que les repita lo mismo? ¿Es que también ustedes quieren ser sus seguidores?

28 Los jefes judíos lo insultaron y le dijeron:

–Seguidor de ese hombre lo serás tú. Nosotros somos seguidores de Moisés.29 Y sabemos que Dios le habló a Moisés; pero de ese Jesús no sabemos nada.

30 El joven les respondió:

–¡Qué extraño! Ustedes no saben de dónde viene, y sin embargo, a mí me ha sanado.31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí escucha a los que le adoran y le obedecen.32 Nunca he sabido que alguien le haya dado la vista a uno que nació ciego.33 Si este hombre no fuera enviado por Dios, no podría hacer nada.

34 Entonces le contestaron:

–Ahora resulta, que tú siendo pecador desde que naciste nos vas a enseñar. ¡Ya no te queremos en nuestra sinagoga!

Los jefes religiosos de los judíos continuan con su investigación ¿Cómo puede Jesús venir de Dios si se salta a la torera todas las normas, costumbres y tradiciones religiosas? ¿No representan estas, al fin y al cabo, una expresión de la voluntad de ese mismo Dios? El nuevo interrogatorio del ciego no saca ninguna conclusión clara, antes bien, termina con la expulsión del pobre hombre de la sinagoga. Su delito, haber sido sanado por Jesús y razonar cuerdamente al afirmar que si el Maestro no viniera de parte de Dios no tendría la capacidad de curarlo.

Precisamente, unas palabras del ciego, que en mi versión se traducen de una manera un poco diferente al texto que aparece en la entrada de este blog, han sido la enseñanza de Dios para mi vida hoy. Dios escucha a quienes le honran y hacen su voluntad. Hacer la voluntad de Dios es lo que realmente cuenta y Él valora. De hecho, está en total alineamiento con la oración del Padrenuestro que el mismo Jesús nos enseñó, hágase tu voluntad en la tierra del mismo modo que se hace en el cielo. Entiendo pues que como seguidor de Jesús debo estar preocupado y comprometido con cumplir la voluntad del Maestro.

Pero, ¿Qué significa eso en términos prácticos? Cuando miro a mi alrededor no me cuesta ver en este mundo en que me ha tocado vivir muchas cosas que sé, a ciencia cierta, que no son parte de su voluntad. La pobreza, marginación, abusos de todas clases, enfermedad, dolor, soledad, abandono, dolor físico, emocional y espiritual, entre muchas otras cosas, no forman parte del plan de Dios para este mundo, es una vez más, una evidencia del triunfo del pecado. Por tanto, todo lo que tenga que ver con luchar, mitigar y aliviar todo eso, en la medida en que esté a mi alcance, forma parte de ese cumplimiento de la voluntad de Dios.

Un principio

Dios se complace en aquellos que hacen y bucan intencionalmente su voluntad.


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