JUAN 49. EL MINISTERIO PÚBLICO DE JESÚS 42

Juan 9:35-41

35 Jesús se enteró de esto, y cuando se encontró con el joven le preguntó:

–¿Crees en el Hijo del hombre?

36 El joven le respondió:

–Señor, dígame quién es, para que yo crea en él.

37 Jesús le dijo:

–Lo estás viendo. Soy yo, el que habla contigo.

38 Entonces el joven se arrodilló ante Jesús y le dijo:

–Señor, creo en ti.

39 Luego Jesús dijo: «Yo he venido al mundo para juzgarlos a todos. Les daré vista a los ciegos, y se la quitaré a los que ahora creen ver bien».

40 Algunos fariseos que estaban por allí le oyeron decir esto, y le preguntaron:

–¿Quieres decir que nosotros también somos ciegos?

41 Jesús les contestó:

–Si ustedes reconocieran que no ven tanto como creen, Dios no los culparía por sus pecados. Pero como creen ver muy bien, Dios sí los culpará por sus pecados.

El capítulo nueve finaliza con un nuevo encuentro de Jesús con el hombre que había sido sanado de su ceguera y una nueva y última disputa con los fariseos.

Hay dos cosas que llaman mi atención en este corto pasaje. La primera es que el ciego, después de haber recibido la vista física recibe también la vista espiritual. Tener este tipo de vista es muy importante para mi vida porque me permite verme a mí mismo, mi vida, mis acciones y mi realidad tal y como esta es percibida por Dios. Me doy cuenta que mi tendencia natural es a ver las cosas, no necesariamente como son, sino como yo quiero que sean. También forma parte de mi tendencia natural a no ver aquello que me incomoda o me molesta.

Dado, por tanto, el carácter engañoso de mi percepción de la realidad necesito la visión espiritual que únicamente puedo tener cuando me acerco a Dios y permito que su luz ilumine mi oscuridad. Me doy cuenta de la necesidad que tengo de pararme, estarme quieto en mi actividad y ocupación y permitir que la luz de Dios me permita ver las cosas como son y eso me permita actuar y vivir en consecuencia.

Dicen que no hay peor ciego que aquel que no quiere ver. Creo que esta es la acusación que Jesús hace a los fariseos al final del capítulo pero que me doy cuenta que puede ser mi problema también, que puedo presumir de ver y es verdad, veo, aquello que me interesa y, por tanto, no tengo la excusa de aquel que es verdaderamente ciego. Mi conocimiento del Señor y su voluntad me hace mucho más responsable que aquellos que carecen de él.

Un principio

Necesito luz espiritual para ver mi realidad tal y como es.


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