JUAN87. EPÍLOGO 1

Juan 21: 1-14

1 Poco tiempo después, Jesús se apareció a los discípulos a la orilla del Lago de Tiberias. Esto fue lo que sucedió:2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás el Gemelo, Natanael, que era del pueblo de Caná de Galilea, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, y otros dos discípulos de Jesús.3 Pedro les dijo:

–Voy a pescar.

–Nosotros vamos contigo –dijeron ellos–.

Todos subieron a una barca y se fueron a pescar. Pero esa noche no pudieron pescar nada.4 En la madrugada, Jesús estaba de pie a la orilla del lago, pero los discípulos no sabían que era él.5 Jesús les preguntó:

–Amigos, ¿pescaron algo?

–No –respondieron ellos–.

6 Jesús les dijo:

–Echen la red por el lado derecho de la barca, y pescarán algo.

Los discípulos obedecieron, y después no podían sacar la red del agua, pues eran muchos los pescados.

7 Entonces el discípulo favorito de Jesús le dijo a Pedro: «¡Es el Señor!»

Cuando Simón Pedro oyó que se trataba del Señor, se puso la ropa que se había quitado para trabajar, y se tiró al agua.8 Los otros discípulos llegaron a la orilla en la barca, arrastrando la red llena de pescados, pues estaban como a cien metros de la playa.

9 Cuando llegaron a tierra firme, vieron una fogata, con un pescado encima, y pan.10 Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar».

11 Simón Pedro subió a la barca y arrastró la red hasta la playa. Estaba repleta, pues tenía ciento cincuenta y tres pescados grandes. A pesar de tantos pescados, la red no se rompió.

12 Jesús les dijo: «Vengan a desayunar».

Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era; ¡bien sabían que era el Señor!13 Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio a ellos, y también les dio el pescado.

14 Esa era la tercera vez que Jesús se aparecía a sus discípulos después de haber resucitado.

El capítulo 21 constituye un epílogo al evangelio y cierra el mismo. Jesús se aparece a sus discípulos y, posteriormente pero en el mismo contexto, hay un tiempo dedicado a Pedro y otro a Juan. El relato concluye con una nota editorial por parte de este último, el autor del evangelio.

En el pasaje que hoy leía el Maestro se encuentra con algunos de sus seguidores en el contexto de una situación de pesca. El tono del relato me daba la sensación de cierto cansancio por parte de los protagonistas y me pregunto si no hay una cierta doble intención con el hecho de que todos ellos vuelvan a la pesca. Ya se habían encontrado con el Jesús resucitado, sin embargo, como decía con anterioridad, el tono no es de triunfo y ánimo. ¿Significaba el volver a la pesca que la vida volvía a ser como antes de la muerte de Jesús? No lo sé.

Pero Jesús se acerca a ellos y les invita a sentarse y comer. No se nos dice ni que les reprochara nada, ni les predicara nada ni tampoco que les diera palabras de consuelo o ánimo. Simplemente sentarse y comer. Y esto, me hacía pensar en tantas y tantas veces que lo único que nuestra vida necesita es un alto, es pararnos en el frenesí y tensión de la vida cotidiana y comer y descansar, relajarnos, parar el ritmo.

Creo que eso es lo que aprendo de esta acción de Jesús. Hay momentos en los que es preciso pararse, descansar, renovar fuerzas para poder seguir adelante.

Un principio

Parar y descansar.


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