La bendición de Dios

Abres tu mano, Y colmas de bendición a todo ser viviente.

(Sal 145:16 )

¿Qué es la bendición?

Es la labor que Dios hace sin motivo. Hablando en términos lógicos, una moneda puede comprar bienes o cosas por valor de una moneda. Pero a veces, sin que gastemos una sola moneda, Dios nos da bienes por valor de diez mil monedas. Esto significa que lo que hemos recibido, va más allá de lo que podamos concebir.

La bendición de Dios es la obra que El realiza sin que haya razón para hacerla. Esta obra sobrepasa lo que deberíamos recibir.

¡Cinco panes alimentaron a cinco mil personas y todavía sobraron doce cestas!

Esto es bendición. Algunas personas no deberían de obtener buenos resultados en lo que realizan. Lo normal sería que obtuvieran poco, pero asombrosamente, reciben en abundancia. Toda nuestra obra se debe edificar sobre la bendición de Dios.

La bendición hace que recibamos lo que no merecemos y excede lo que nuestras fuerzas y dones naturales pueden lograr. Aunque debido a nuestras debilidades y fracasos no merecemos obtener buenos resultados en lo que hacemos, sorprendentemente logramos algo; éste es el resultado de la bendición. Si buscamos la bendición del Señor, obtendremos algo que va más allá de lo que esperábamos.

¿Esperamos que Dios prospere nuestro servicio?

Muchos hermanos se conforman con los resultados que ellos mismos pueden producir. Cuando hay bendición, el resultado no es proporcional a la causa.

Si sólo buscamos resultados basados en lo que somos, si nos conformamos con obtener pocos frutos y no tenemos la esperanza de lograr algo grande, corremos el riesgo de perder la bendición de Dios. Puesto que nuestros ojos están fijos en que estamos laborando día y noche, Dios no puede hacer nada que vaya más allá de lo que esperamos. Debemos estar en una posición en la cual Dios pueda bendecirnos.

Debemos confesarle al Señor que solos no podemos lograr nada, pero que nos conceda Su bendición por causa de Su nombre, de Su iglesia y de Su camino. Tener fe en la obra es creer y esperar la bendición de Dios. En la obra de Dios, tener fe significa tener la convicción de que el resultado no es proporcional a lo que nosotros somos o hacemos. Cuando pongamos esto en práctica, Dios bendecirá nuestro trabajo. Espero que al hablar de emigrar, la bendición del Señor sobrepase lo que nosotros esperamos.

A veces parece que Dios, además de no darnos Su bendición, la retuviera intencionalmente. Es un asunto muy serio que Dios retenga Su bendición; más de lo que puede ser que nos la conceda. Nuestra capacidad, nuestros dones y nuestra continua labor deberían ser suficientes para obtener buenos resultados en la obra, pero no es así. Cuando Dios retiene Su bendición, obtenemos menos de lo que deberíamos.

Puede ser que laboremos por un largo tiempo, sin ningún fruto. A pesar de que somos diligentes, no obtenemos mucho. Esto es lo que sucede cuando Dios retiene Su bendición.

¿Podemos ver cuán serio es esto?

Nunca debemos discutir acerca de la mejor manera de hacer las cosas. Tener la razón no sirve de nada. Nuestro interés debe ser que Dios nos bendiga. Podemos tener toda la razón, pero no sirve de nada si Dios no nos bendice.

Es correcto pescar toda la noche; sin embargo, descubrimos que Dios no nos bendice. Nuestra meta no es hacer lo correcto, sino experimentar la bendición de Dios. David y Abraham cometieron errores; Isaac no fue muy útil y Jacob fue muy astuto; no obstante Dios los bendijo. Lo que cuenta no es si uno es bueno o malo, sino si es bendecido por Dios.

Quizás nosotros seamos mucho mejores que Jacob, pero si Dios no nos bendice, de nada nos sirve. Debemos procurar la bendición de Dios. Cuando discutimos, posiblemente tengamos la razón, pero de nada nos sirve sin la bendición de Dios.

El futuro de la obra no depende de si tenemos la razón, sino de la bendición de Dios. Si Dios nos concede Su bendición, podemos enviar personas a regiones remotas, y los pecadores serán salvos. Sin la bendición de Dios, nadie será salvo ni habrá obreros, nadie ofrendará y nadie podrá emigrar.

Cuando gozamos de la bendición de Dios, aunque las cosas parezcan incorrectas, están bien y no podemos equivocarnos aunque lo intentásemos. En cierta reunión cantamos un himno que pensamos que no era adecuado; pero para nuestra sorpresa, trajo mucha bendición. A veces, mientras predicamos, parece como si no estuviéramos diciendo lo correcto ni nos dirigiéramos a quienes deberíamos, pero aún así Dios bendice a algunos de los que escuchan. Cuando volvemos a predicar quizá otra vez no digamos lo correcto, pero Dios bendice a otro grupo de personas. Con esto no quiero decir que seamos negligentes a propósito, sino que aunque queramos equivocarnos, no podremos, porque tenemos la bendición de Dios. Posiblemente pensemos que nuestros errores pueden ser un obstáculo para que Dios nos bendiga. pero El no toma esto en consideración. Dios dijo:

“A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí” (Ro. 9:13).

Dios bendice a quien le place. Este es un asunto muy serio. No debemos pensar que la bendición no tiene importancia. De la bendición dependen las almas y la consagración de las personas. En esa bendición quizás estén incluidas cincuenta almas o cien consagraciones.

Las palabras, la actitud y las opiniones de ciertas personas pueden detener la bendición de Dios. Debemos pedirle al Señor que no nos deje tranquilos interiormente hasta que obtengamos Su bendición. Si no hacemos esto, el pecado de perder la bendición del Señor, será mucho mayor que cualquier otro pecado que hayamos cometido. Debemos buscar a Dios para que nos dé Su bendición y una vez que la obtengamos no la dejemos escapar.

Roguemos a Dios que nos dé Su gracia.

Dios los bendiga…..


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