La elección (parte 2)

“Deténganse”, dice Dios en Jeremías 6:16. Qué modo de comenzar a llamar nuestra atención. Alto. Paren. No se muevan más. A veces me abrumo con actividades. Alguien me ha dicho que no pasa nada si los trastes sucios se apilan unas horas, pero mi conciencia me dicta lo contrario y me estreso. Qué bien me cae esta orden en días como hoy, cuando mi alma ya no tolera una mala noticia más, cuando no logro concentrarme en mis bendiciones, sino en lo que no tengo.

—Detente —me dice el Señor—. Para.

Luego continúa diciendo: “y miren”. Detente y mira. Mirar. Es que en realidad no miro, no observo, no analizo. Veo porque tengo ojos, pero no miro. No voy más allá de las apariencias. Mi cansancio me vuelve miope, daltónica, ciega. Pero Dios sugiere: haz un alto y mira.

En ocasiones quisiera lograr esto mediante unas vacaciones. Recuerdo mi luna de miel. Un alto en el camino. Un reposo del alma. Una playa paradisíaca. No me costó trabajo detenerme ni mirar. Pero en la casa, con pendientes de quehacer, con trabajo que realizar, con obligaciones y gente que depende de mí, ¿detenerme? Es un lujo que no me quiero dar. ¿Mirar? ¿A qué hora?

Pero Dios no me da alternativa. Es una orden. Detente. Mira.

¿Y qué miro? No se trata de algo específico, sino de poner atención. En una paráfrasis propia lo enunciaría así: “Detente y pon atención”.

Luego prosigue: “pregunten por los senderos antiguos”. Pregunta. Abre la boca y enuncia tus dudas. Pero no indagues por las nuevas filosofías o planteamientos, ni corras tras las corrientes más novedosas que se anuncian en la radio y la televisión. Debo preguntar por los senderos antiguos, y por si alguien se queda con la duda, Dios aclara: “pregunten por el buen camino”.

El buen camino. ¿Cuál es el buen camino?


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.