Cuando veo imágenes como esta me llena la tristeza, no solo por la miseria y opresión de los norcoreanos, sino por su necesidad espiritual. Oro que el precioso evangelio de Jesucristo pueda llegar a estas personas, y que las puertas se abran para que esta cárcel espiritual sea abierta.
Pero también pienso que esa misma idolatría, aunque en una versión diferente, es la que tiene a las personas esclavizadas aquí en Occidente, la idolatría del materialismo, el narcisismo, el hedonismo egoísta, y tantos ídolos que ocupan el lugar que sólo Dios debiera ocupar en las vidas.
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