La Navidad, ¿es verdaderamente cristiana?

SEGÚN The World Book Encyclopedia, “la Navidad es el día en que los cristianos celebran el nacimiento de Jesucristo”. No obstante, esta enciclopedia también dice: “Los cristianos primitivos no celebraban el nacimiento [de Jesús], porque para ellos la celebración del nacimiento de alguien era una costumbre pagana”.

El libro The Making of the Modern Christmas, de Golby y Purdue, concuerda con lo anterior: “Los cristianos primitivos no celebraban el día en que Cristo nació. Los cumpleaños se relacionaban con prácticas paganas; los Evangelios no dicen nada sobre la fecha real del nacimiento de Cristo”.

Si las celebraciones de cumpleaños no tienen un trasfondo cristiano, ¿cómo se convirtió el día del nacimiento de Jesús en una fiesta “cristiana” tan importante?




El origen pagano de la “Navidad”

“Todo el mundo banqueteaba y estaba alegre, el trabajo y los negocios se suspendían completamente por un tiempo, las casas se adornaban con laurel y siempreverde, los amigos se hacían visitas y regalos, y los empleados daban regalos a sus patronos. Toda la temporada era de alegría y buena voluntad, y la gente se entregaba a todo tipo de diversión.” (Paganism in Christian Festivals [El paganismo en las festividades cristianas], de J. M. Wheeler.)

¿Encaja esta descripción con las fiestas navideñas que usted conoce? Pues sorpréndase: no se está hablando de la Navidad, sino de las saturnales: una fiesta pagana de Roma que duraba una semana y se relacionaba con el solsticio de invierno (vea el dibujo de la otra página). El 25 de diciembre se celebraba el nacimiento del Sol invicto, un día de fiesta muy importante en la religión mitraica de Roma.

Según The New Encyclopædia Britannica, “el 25 de diciembre, el día del nacimiento de Mitra, dios iraní de la luz, y […] el día dedicado al Sol invencible, así como el día que seguía a las saturnales, lo adoptó la Iglesia como el día de la natividad de Cristo para contrarrestar los efectos de estas fiestas”. Así que la celebración pagana de este cumpleaños perduró con un simple cambio de nombres: de Mitra a Cristo.

No obstante, usted quizás opine que el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, fue algo especial, algo que merece recordarse. Será muy esclarecedor ver lo que dice la Biblia sobre este suceso.

Un acontecimiento gozoso

El segundo capítulo del Evangelio de Lucas relata la situación. Lucas nos dice cómo reaccionaron ante este suceso los ángeles del cielo, unos humildes pastores, unos siervos devotos de Dios y la propia María.

En primer lugar piense en los “pastores que vivían a campo raso” y que “guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebaños”, una labor que no habrían estado realizando en pleno invierno. Cuando se les apareció “el ángel de Jehová” y la gloria de Dios brilló a su alrededor, los pastores al principio se asustaron. La explicación del ángel los tranquilizó: “No teman, porque, ¡miren!, les declaro buenas nuevas de un gran gozo que todo el pueblo tendrá, porque les ha nacido hoy un Salvador, que es Cristo el Señor”. Al aparecer de súbito “una multitud del ejército celestial” de ángeles, los pastores percibieron que este nacimiento era distinto de todos los demás. Es interesante el hecho de que los ángeles no llevaran regalos al recién nacido, sino que alabaran a Jehová, diciendo: “Gloria en las alturas a Dios, y sobre la tierra paz entre los hombres de buena voluntad”. (Lucas 2:8-14.)

Como es natural, los pastores deseaban ver por sí mismos al niño, pues era Jehová quien había anunciado el feliz acontecimiento. Cuando lo hallaron, acostado en un pesebre, contaron a los padres lo que les habían dicho los ángeles. Después los pastores se marcharon, “glorificando y alabando a Dios”, no al niño. (Lucas 2:15-18, 20.)

No hay duda de que a María, la madre de Jesús, le alegró el feliz alumbramiento de su primogénito. Pero también sacó “conclusiones en su corazón”. Más tarde, acompañada de José, su esposo, viajó a Jerusalén en conformidad con la Ley mosaica. El motivo no era celebrar el nacimiento, sino que había llegado el momento de presentar el niño a Dios, “así como está escrito en la ley de Dios: ‘Todo varón que abre matriz tiene que ser llamado santo a Jehová’”. (Lucas 2:19, 22-24.)

En el templo de Jerusalén, María y José se encontraron con Simeón, a quien Lucas califica de “justo y reverente, que esperaba la consolación de Israel”. Se le había dicho por inspiración que no moriría antes de ver “al Cristo de Jehová”. Lo que ocurrió a continuación también fue “bajo el poder del espíritu [de Dios]”. Simeón tomó al niño en sus brazos, pero no para darle un regalo, sino para bendecir a Dios con las palabras: “Ahora, Señor Soberano, estás dejando que tu esclavo vaya libre en paz, según tu declaración; porque mis ojos han visto tu medio de salvar que has alistado a la vista de todos los pueblos”. (Lucas 2:25-32.)

A continuación se acercó Ana, profetisa de edad avanzada. También ella “empezó a dar gracias a Dios y a hablar acerca del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén”. (Lucas 2:36-38.)

Todas estas personas, María, Simeón, Ana, los pastores y los ángeles del cielo, se alegraron por el nacimiento de Jesús. Pero obsérvese que no se entregaron a ningún jolgorio, ni intercambiaron regalos, sino que glorificaron a Jehová, el Proveedor celestial de su medio de salvación.

Con todo, algunos tal vez razonen: ‘No puede haber nada malo en dar regalos de Navidad, pues ¿acaso no honraron a Jesús los “tres reyes magos” haciéndole regalos?’.

Los regalos de Navidad

Examinemos de nuevo el relato bíblico. Lo encontrará en el capítulo 2 del Evangelio de Mateo. No se menciona ninguna celebración por el nacimiento ni se indica ninguna temporada en concreto, aunque obviamente había pasado algún tiempo desde el alumbramiento de Jesús. En el versículo 1 Mateo llama a los visitantes “astrólogos [en griego, má·goi] de las partes orientales”, y por tanto, paganos que no tenían conocimiento de Jehová Dios. La estrella que siguieron estos hombres no los llevó directamente al lugar donde nació Jesús en Belén, sino a Jerusalén, donde gobernaba el rey Herodes.

Cuando este malvado gobernante oyó que inquirían acerca del “que nació rey de los judíos”, consultó a los sacerdotes para averiguar exactamente “dónde había de nacer el Cristo”, con el fin de ordenar que se diera muerte al niño. Los sacerdotes respondieron citando de la profecía de Miqueas, que ubicaba en Belén el lugar donde nacería el Mesías. (Miqueas 5:2.) Hipócritamente, Herodes dio estas instrucciones a los visitantes: “Vayan y hagan una búsqueda cuidadosa del niñito, y cuando lo hayan hallado vuelvan e infórmenme, para que yo también vaya y le rinda homenaje”. Los astrólogos prosiguieron su camino, y la estrella “iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima de donde estaba el niñito”. Nótese que se dice que era un “niñito”, no un bebé recién nacido. (Mateo 2:1-10.)

Como correspondía a los potentados orientales cuando visitaban a un gobernante, los astrólogos paganos se postraron y “le presentaron [al niño] regalos: oro, olíbano y mirra”. Mateo agrega: “Sin embargo, porque en un sueño se les dio advertencia divina de que no volvieran a Herodes, se retiraron a su país por otro camino”. (Mateo 2:11, 12.)

Puede que algunas personas traten de encontrar respaldo en este breve relato bíblico para su costumbre de dar regalos de Navidad. Sin embargo, el libro Discovering Christmas Customs and Folklore (Costumbres y folclor navideños) explica que la práctica actual de dar regalos tiene su origen en los regalos que entregaban los romanos a sus vecinos pobres en las saturnales. “La Iglesia primitiva […] transmutó astutamente su significado a una conmemoración ritual de los regalos de los magos.” ¡Qué contraste hay entre esto y lo que hicieron los adoradores verdaderos, como los humildes pastores, que simplemente alabaron a Dios al nacer Jesús!

Honre a Cristo como Rey

Jesús ya no es un bebé. Es un poderoso Potentado, el Rey del Reino celestial de Dios, y debe honrársele como tal. (1 Timoteo 6:15, 16.)

Si usted es ahora adulto, ¿le ha abochornado alguna vez que otros hayan enseñado en su presencia fotos de cuando era un bebé? Claro, esas fotos recuerdan a sus padres lo contentos que se pusieron cuando usted nació. Pero ahora que tiene identidad propia, ¿no prefiere por lo general que la gente le vea como es? Del mismo modo, piense en lo irrespetuoso que es para con Cristo Jesús que todos los años aquellos que afirman ser sus seguidores se centren tanto en las tradiciones paganas de la Navidad y en honrar a un bebé, que no le honren a él como Rey. Aun en el siglo primero, el apóstol cristiano Pablo razonó sobre lo apropiado que es pensar en Cristo tal como es ahora mismo: un Rey celestial. Pablo escribió: “Hasta si hemos conocido a Cristo según la carne, ciertamente ya no lo conocemos así”. (2 Corintios 5:16.)

A.d


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