La parábola de Lucas 18 (parte 3 de 6)

La parábola de Lucas 18 (parte 3 de 6)
Identifiquemos al enemigo
Ahora la tarea más importante para nosotros es la de identificar al enemigo. Debemos saber con certeza quién es nuestro adversario, quién es el que nos causa tanto sufrimiento. Con mucha frecuencia pensamos que nuestros sufrimientos son causados por los hombres. Pero la Biblia nos dice que «no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de la tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efesios 6:12). Por esto, cada vez que sufrimos a manos de un hombre, necesitamos recordar que detrás de la carne y la sangre, Satanás y sus poderes de las tinieblas pueden muy bien estar dirigiéndolo todo. Debemos tener la necesaria visión espiritual para discernir la obra de Dios de las maniobras de Satanás que están detrás de todo. Debemos distinguir lo que es natural de lo que es sobrenatural. Debemos estar tan ejercitados en las cosas interiores, de manera que tengamos conocimiento de las realidades espirituales, para que ninguna de las obras ocultas de Satanás pueda escapar a nuestra observación.
Si este fuera el caso, ¿no reconoceríamos que lo que usualmente consideramos hechos naturales o accidentales pueden envolver la obra del enemigo oculto tras la escena? Veríamos enseguida que Satanás está realmente tratando de frustrarnos a cada paso y de oprimirnos en todas las cosas. Qué lástima que hayamos sufrido tanto por culpa suya en el pasado, sin saber que era él el que nos hacía sufrir. Hoy, parte de nuestro trabajo más urgente, es el crearnos un corazón lleno de aborrecimiento hacia Satanás por su crueldad. No hemos de temer que nuestra enemistad hacia Satanás se haga demasiado honda. Antes de que exista la posibilidad de que podamos vencer, debemos mantener en nuestro corazón una actitud hostil hacia él, decididos a no dejarnos oprimir por él. Tenemos que comprender que lo que hemos sufrido en las manos de Satanás es un perjuicio real que debe ser vengado. El no tiene derecho a atormentarnos, y sin embargo aún así lo hace. Esto es verdaderamente una injusticia, un agravio que no puede quedar sin venganza.
El grito de venganza
Después de que esa viuda ha sufrido mucho, viene al juez pidiendo justicia. Esto es algo que debemos aprender a hacer. Nosotros no acudimos a jueces de la tierra implorándoles que intervengan a nuestro favor. No, pedimos a nuestro juez que no es otro que nuestro Padre Dios en el cielo. Las armas de nuestra milicia no son carnales (2 Corintios 10:4). Por lo tanto, no emplearemos ningún medio terreno o carnal contra los instrumentos de carne y sangre utilizados por Satanás. Muy al contrario, en vez de mostrar impaciencia, ira o siquiera hostilidad contra ellos, debemos compadecernos de ellos porque no son más que instrumentos de Satanás. Veamos que en el combate espiritual, las armas de la carne son completamente inútiles. No solamente inútiles, sino que con toda certeza, el que las usa, será vencido por Satanás.
Las armas espirituales son de muchas clases como lo podemos ver en Efesios 6. La más eficaz de estas armas es la oración, mencionada en el versículo 18. En realidad, nosotros no tenemos fortaleza y somos incapaces de vengarnos de nuestro adversario. Con todo, sí podemos orar a nuestro Dios pidiéndole que nos vengue. La oración es la mejor arma ofensiva contra nuestro enemigo. Con ella podemos preservar intacta nuestra línea de defensa. Por medio de la oración también podemos atacar a nuestro enemigo e infligirle grandes pérdidas en sus planes, en su obra y en su poder. Esa viuda se daba cuenta de que si por sí sola luchaba contra su adversario, no podría vencer, porque siendo ella una débil viuda, no podía resistir a un poderoso picaro como era él. De la misma forma, si los hijos de Dios luchan independientemente, sin confiar por medio de la oración en el poder y en el apoyo de Dios para acusar al enemigo y pedir a Dios venganza, serán también heridos por fieros dardos. En esta parábola el Señor Jesús nos enseña la mejor manera de vencer al enemigo, que es orar a Dios día y noche, pidiéndole que, juzgando al enemigo, nos vengue de él.
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Aguas refrescantes 25 de julio
No os unáis en yugo desigual con los incrédulos. 2 Corintios 6:14.
Muchos piensan que esta advertencia está referida solamente al matrimonio. Creo que incluye al matri¬monio pero involucra mucho más. Comprende toda clase de amistades y asociaciones entre creyentes e incré¬dulos. Basta con leer las cinco preguntas que siguen a la afirmación para reconocer la amplitud de la advertencia. Nos muestran cinco contrastes que son totalmente incom¬patibles.
Consideremos lo desigual del yugo. Tú eres un hombre de Dios, pero él no tiene nada de fe. Tú crees; él es incré¬dulo. Tú conoces a Dios, pero el no tiene ningún conocimiento de Dios. Mientras tú confías en el Señor para todas tus necesidades, él no tiene en quien confiar y por ende, depende de sí mismo. Tú colocas todo lo que tienes junto con todos tus planes en las manos del Señor, pero él está decidido a retener todo en sus propias manos. Creer en Dios para ti es tan natural como la respiración, pero algo absolutamente extraño para él. Dime: ¿Qué parte tiene el creyente con el incrédulo? (v.15).
Watchman Nee
Jesús es el Señor! – Jesus is Lord – Jesus ist der Herr – Yeshua adonai – Gesù è il Signore – Jésus est Seigneur – Ιησους ειναι ο Λορδος – Иисус – Господь – يسوع هو الرب – 耶稣是主 – 主イエスは – Jesus é o Senhor – Jesus är lorden
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