La parábola de Lucas 18 (parte 5 de 6)

La parábola de Lucas 18 (parte 5 de 6)
Duracion de la oracion
Por cuánto tiempo debemos hacer esa oración? Sabemos que hay muchas oraciones que basta que se hagan una sola vez. Pero la oración que ataca a Satanás nunca podrá hacerse demasiadas veces. El propósito de esta parábola que nuestro Señor nos ha dado es «la necesidad de orar siempre» (Lucas 18:1). Este juez vindica a la viuda, no por hacer justicia ni por ninguna otra razón, sino porque no puede soportar que ella lo visite constantemente. ¿No se dice el juez a sí mismo: «Le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia»? En consecuencia, esta clase de oración debe hacerse sin descanso. Esta oración contra el adversario no es para ser dicha solamente en tiempos de especial necesidad. Ha de ser mantenida como una actitud y exhalada incesantemente en el espíritu durante los días ordinarios cuando todo está en calma. El Señor Jesús, al explicar esta parábola, preguntó: «¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a El día y noche?» Por lo tanto, esta clase de oración debe hacerse día y noche sin cesar. Debemos acusar a nuestro enemigo ante Dios incesantemente, puesto que en Apocalipsis 12 se nos dice que Satanás «los acusaba (a los hermanos) delante de nuestro Dios día y noche» (v. 10). Si él nos acusa día y noche, ¿no debemos nosotros acusarlo también día y noche?
Esta es verdadera venganza: como el diablo nos trata, así le trataremos. El clamor de esta viuda continuó hasta que el adversario fue juzgado y castigado, y ella quedó vindicada de su ofensa. Mientras haya otro día más en el que Satanás sea todavía el usurpador del mundo, y mientras que todavía no sea aprisionado en el abismo sin fondo o arrojado al lago de fuego, no cesaremos de orar contra él. Hasta que Dios nos haya vengado y Satanás haya caído verdaderamente del cielo como un rayo, nuestra oración no cesará. ¡Qué grande es el deseo de Dios de que nosotros mostremos odio profundo hacia el diablo! ¿No hemos sufrido bastante por su culpa? El ha demostrado su enemistad hacia nosotros a cada paso de nuestro camino; él nos ha hecho sufrir terriblemente en el cuerpo y en el espíritu; ¿por qué hemos de soportar su persecución sin palabras y sin oración? ¿Por qué no nos hemos levantado para acusarlo delante de Dios con palabras de oración? Debemos buscar vindicación. ¿Por qué no nos acercamos a Dios continuamente y acusamos al enemigo, aliviando así la exasperación contenida por tanto tiempo? El Señor Jesús nos llama hoy a que nos opongamos al diablo con la oración.
El efecto de la oración
¿Cuál es el efecto de esa oración? Su efecto puede verse en dos tiempos diferentes. El primero es el efecto inmediato. Cada vez que el enemigo es acusado, Dios le impide otra vez que nos haga daño. Aunque después de algún tiempo podrá volver, sin embargo, durante el período en que lo acusamos, no se atreve a hacernos ninguna violencia; cada vez que reclamamos la victoria de la cruz, esa victoria se hace real para nosotros una vez más. Cada vez que oramos contra el enemigo, el Señor vuelve a deshacer su obra y a reprenderlo. Si oramos una vez más, Satanás sufrirá una derrota más. Cuando Dios escucha nuestra oración una vez más, el provecho de Satanás es arrebatado una vez más.
Pero este efecto va más allá de lo inmediato. Aquí el Señor Jesús se refiere a la justicia final.
Cuando nosotros oramos una y otra vez, el Señor reprende al diablo y deshace sus obras una y otra vez. Pero esto todavía no es final, es decir, no es de una vez para siempre; como el diablo es restringido sólo temporalmente, todavía tiene que sufrir las consecuencias de su derrota final. «¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a El día y noche?», pregunta el Señor, «¿se tardará en responderles?» Esto se refiere a la última destrucción de Satanás. Sabemos cómo el enemigo va a ser apresado en el abismo sin fondo durante el reinado milenario. Después, el mismo Señor Jesús lo arrojará al lago de fuego. Entonces será la última vindicación de los creyentes. Por esta razón, los cristianos de hoy deben ofrecer muchas oraciones contra el diablo, para que sus ofensas sean vengadas para siempre. Ahora es el tiempo de la paciencia de Dios. Aunque el Señor sí escucha las oraciones de los creyentes y pone límites a las obras de Satanás, con todo no ha acabado de arrojarlo fuera, de manera que ya no pueda molestarnos.
Por lo tanto, ahora es también el tiempo en que los creyentes deben orar para apresurar la llegada de ese día. A este respecto, nuestra oración parece tener el efecto de acelerar la obra de Dios. Si la viuda no hubiera insistido siempre, ¿quién sabe cuándo el juez le hubiese hecho justicia de su adversario? Su continuo pedir aceleró el día de su vindicación. Hoy nosotros debemos hacer lo mismo. «Os digo», dice el Señor, «que pronto les hará justicia.», Parece que con esto el Señor quiere indicarnos que la rapidez de la obra de Dios está determinada por la frecuencia de nuestras oraciones. Si nosotros acusamos siempre al diablo en la oración, Dios nos hará justicia rápidamente. Cuando el Señor Jesús venga otra vez, arrojará a Satanás del cielo a fin de despojarlo de todo su poder. La oración que acusa a Satanás apresurará el día de la venida del Señor.
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Aguas refrescantes 28 de julio
Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten. Colosenses 3:21.
En el Nuevo Testamento encontramos más instrucción para los padres que para los hijos: Posiblemente se deba a que la tarea de ser padre es más difícil que cualquier otra. Requiere una sensibilidad que sólo Dios puede dar. La autoridad debe ser ejercida con restricción, pues su uso excesivo puede generar una resistencia endurecida. Este versículo nos enseña que padres insensibles pueden provocar a sus hijos al punto de desalentarlos.
En todo sentido el padre es más fuerte que su hijo. Puede sojuzgarlo por medio de una voluntad avasalladora o sencillamente por la fuerza física. Si se le provoca a tal punto, sólo esperará el día de liberación. Cuando llegue, se sacudirá de encima todas las restricciones y reclamará libertad absoluta en todo. En vista de esto podríamos preguntamos: ¿Qué clase de hogar era aquel que le impulsó al pródigo a decir: «Me levantaré e iré a mi Padre»?
Watchman Nee
Jesús es el Señor! – Jesus is Lord – Jesus ist der Herr – Yeshua adonai – Gesù è il Signore – Jésus est Seigneur – Ιησους ειναι ο Λορδος – Иисус – Господь – يسوع هو الرب – 耶稣是主 – 主イエスは – Jesus é o Senhor – Jesus är lorden
Literatura disponible en:
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