La responsabilidad personal Vs. “La maldición generacional”

El Señor me dirigió la palabra: «¿A qué viene tanta repetición de este *proverbio tan conocido en Israel: “Los padres comieron uvas agrias, y a los hijos se les destemplaron los dientes?”  Yo, el Señor omnipotente, juro por mí mismo que jamás se volverá a repetir este proverbio en Israel.  La persona que peque morirá. Sepan que todas las vidas me pertenecen, tanto la del padre como la del hijo.. Ezequiel 18:1-4

Pero ustedes preguntan: “¿Por qué no carga el hijo con las culpas de su padre?” ¡Porque el hijo era justo y recto, pues obedeció mis decretos y los puso en práctica! ¡Tal hijo merece vivir! Todo el que peque, merece la muerte, pero ningún hijo cargará con la culpa de su padre, ni ningún padre con la del hijo: al justo se le pagará con justicia y al malvado se le pagará con maldad.19-20

Por tanto, a cada uno de ustedes, los israelitas, los juzgaré según su conducta. Lo afirma el Señor omnipotente. Arrepiéntanse y apártense de todas sus maldades, para que el pecado no les acarree la ruina. Arrojen de una vez por todas las maldades que cometieron contra mí, y háganse de un *corazón y de un espíritu nuevos. ¿Por qué habrás de morir, pueblo de Israel?  Yo no quiero la muerte de nadie. ¡Conviértanse, y vivirán! Lo afirma el Señor omnipotente.30-31-32
Una de las muchas novedades teológicas de nuestra época es la doctrina de “maldiciones generacionales”, que enseña que una persona puede nacer bajo una sentencia de castigo (”maldición”) por pecados que cometieron sus antepasados. A menudo esa maldición se entiende en términos mágicos como un maleficio, con una especie de hechicería santa. Así resulta que uno puede nacer cargando la maldición de sus padres, abuelos o hasta bisabuelos. Y como la humanidad es bastante pecadora, sería de suponer que muy pocas personas hayan nacido sin alguna “maldición” a cuestas.
Es obvio que el aspecto “generacional” de toda esta enseñanza se basa en unos textos en Éxodo y Deuteronomio:
…yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso,

que visito la maldad de los padres sobre los hijos

hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen,

y hago misericordia a millares de generaciones,

a los que me aman y guardan mis mandamientos.

(Éxodo 20:5 (cf. Deut 5:9)
Aunque el idioma hebreo tiene varias palabras para “maldición”, estos textos no mencionan ninguna de ellas. Además, los textos básicos, en Éx 5 y Deut 20, no hablan de “iniquidad” sino de “maldad”, y Ex 34:7, que menciona la iniquidad, la rebelión y el pecado, no afirma que Dios los convierte en maldiciones generacionales sino que en su misericordia los perdona. ¿Cómo es, entonces, que Dios visita la iniquidad hasta la tercera y la cuarta generación, si ya la perdonó? Es claro que estos pasajes no dicen absolutamente nada que podría significar “maldiciones generacionales”. No habla de maldiciones en ninguna parte, sino del amor y la justicia de Dios con que se preocupa por nosotros (”nos visita”). Ni mucho menos indica algo de un ADN programado con maldiciones de antepasados. Especulaciones de este tipo revelan una muy grave falta de respeto hacia el texto inspirado.
Es obvio que estos pasajes no destacan la maldición de los malvados sino la primacía de la misericordia de Dios. Si las consecuencias del pecado se extienden hasta cuatro generaciones, el amor y la misericordia de Dios llegan hasta mil generaciones.

Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel,
que guarda el pacto y la misericordia
a los que le aman y guardan sus mandamientos,
hasta mil generaciones;
y que da el pago en persona al que le aborrece,
destruyéndolo. (Deut 7:9)
Aquí está muy claro que  “donde el pecado abundó [cuatro generaciones], la gracia sobreabundó [mil generaciones]“. Si existieran “maldiciones generacionales”, tiene que haber también “bendiciones generacionales”, y eso acumuladas sobre mil generaciones. y el pago es en persona al que lo aborrece y hace lo malo.
Hay otros textos bíblicos que refutan la idea de un castigo divino contra familiares inocentes. El mismo libro de Deuteronomio aclara que “los padres no morirán por los hijos, ni los hijos por los padres; cada uno morirá por su pecado” (Dt 24:16; cf. 2R 14:6). El profeta Ezequiel se opone enérgicamente a esta doctrina de castigos y méritos heredados e insiste en la responsabilidad personal de cada uno, como está relacionado al principio.
En conclusión: Lejos de fundamentarse fielmente en la Palabra de Dios, la enseñanza de “maldiciones generacionales” es un abuso del texto bíblico. Lejos de ser un mensaje fiel a la Palabra, es otro intento de manipularla, y manipular al creyente.
Por otro lado, nada se hereda cuando la sangre de Cristo te hace una transfusión, su sangre corta toda herencia que no tenga que ver con la sangre que él te dio, eres hijo de Dios, el te concibió y tiene un propósito de identidad contigo, la sangre recuerda de dónde venimos pero la sangre de Cristo nos cambia, y ya no existe eso de Tal palo tal astilla, o el padre se come la fruta agria y el hijo pasa la dentera, tu vas a ser como el verdadero ADN dice que seas, el ADN de Cristo, escuche a un Pastor diciendo lo siguiente:
“Tu papá hizo las galaxias, tu hermano derroto la muerte, Moises partió el mar,(hay fe en tu línea sanguínea ) El tío David derrotó a Goliat (Llevas valentía en la sangre). Sansón derribó un edificio (hay fuerza sobrenatural en tu sangre). Daniel estuvo con leones y sobrevivió (protección divina corre por tus venas). Nehemías reconstruyó los muros (determinación en tu línea sanguínea).Ester arriesgó su vida (el heroísmo está en tu sangre)”
Esta es tu herencia cuando le entregas tu vida a Jesús, ya no eres la hija de papá y mamá por mas especiales que hayan sido o sean, ni eres prima de aquel corrupto, ni vas a heredar  el cáncer de la tía, ni el alcoholismo del abuelo, ni te vas a divorciar al igual que todas tus hermanas, vas a ser solo lo que Dios tiene dispuesto para ti, vas a cumplir ese propósito para el cual te eligió no para repetir historias y mucho menos para pagar culpas de otros.
PAZ Y BIEN¡¡¡

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