La visión de Dios para el hombre

por  Marvin Byers

Hay algunas preguntas que jamás debieran de hacerse. Por ejemplo, Salomón escribió: “No digas: ¿Por qué fueron los días pasados mejores que éstos? Pues no es sabio que preguntes sobre esto” (Ec. 7:10, LBA).


Muchos estudiantes de la Palabra de Dios han preguntado: “Ya que Dios conocía el futuro antes de crear al hombre, sabiendo que éste caería en los pecados más viles y en toda abominación imaginable, ¿Por qué siguió adelante y lo creó?” Esta es otra pregunta que jamás debiera de hacerse.


La pregunta que sí debiera de hacerse es: “Ya que Dios conocía el futuro desde antes de crear al hombre, aún sabiendo que caería en los pecados más viles y en toda abominación inimaginable, y sabía que la única respuesta para la caída del hombre sería morir en su lugar, ¿Por qué siguió adelante y lo creó?” En toda la Biblia hallamos la respuesta a esta pregunta. ¡La respuesta es una sola palabra, El Amor!


Dios amó al mundo de tal manera, que estuvo dispuesto a entregarse a sí mismo para redimirlo. Lo amó de tal forma que estuvo dispuesto a crear al hombre, sabiendo que la salvación de su criatura le costaría su propia vida. Es lo que afirmó el creador al decir, “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Jn. 15:13).


Al referirse a los sufrimientos de Cristo en la cruz, Isaías escribió: “Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho” (Is. 53:11). Antes que el Salvador creara este mundo, pudo prever no sólo su propia aflicción, sino también “el fruto de la aflicción de su alma”.


Debido al amor por su esposa eterna, la iglesia, tomó la decisión de ir a la cruz desde la misma fundación de este mundo, sabiendo muy bien lo que le costaría. Debido al amor por el hombre, el creador tomó la decisión de ser el “Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Ap. 13:8).


Cristo tuvo una visión desde el principio del mundo; podía ver el fruto de su aflicción, y encontró la satisfacción por lo que veía. El fruto de la obra en la cruz será una compañía innumerable de santos que vivirán para siempre delante de la presencia del Rey, en una relación íntima de amor que sobrepasa el entendimiento humano.


Por supuesto, algunos hombres se rehúsan a ser parte de la visión y el plan del Señor para la humanidad. Ellos rechazan el don gratuito de salvación del Señor, y su obra de amor infinito alcanzada en la cruz por todos los hombres.


A pesar de la decisión eternamente trágica de los hombres contra su Creador, ellos siguen siendo seres creados y, como tales, son propiedad del Creador.


Inclusive ellos serán usados por Dios para algo, porque El usa a cada persona que ha creado. Sin embargo, como dice Pablo, en toda casa hay utensilios honrosos y utensilios para usos viles (2 Tim. 2:20).


Algunos utensilios de los hogares son como la fina porcelana china, que traen gran gozo. Otros utensilios son usados para limpiar la casa, incluso para acarrear la basura. Estos últimos son tan viles que a menudo evitamos siquiera tocarlos.


Para bien o para mal, Dios usará a todo ser humano. La Biblia dice que hasta Faraón fue usado por Dios, para que el poder y el juicio de Dios fuera revelado, y para que su nombre fuera anunciado por toda la tierra (Rom. 9:17). Hasta los ateos que niegan a Dios un día entenderán que fueron usados por su Creador como vasos de deshonra.


Afortunadamente, en el principio, Dios no pudo ser disuadido de crear al hombre simplemente porque haya previsto que algunos hombres escogerían el pecado y la condenación eterna.


Su visión y amor por una cosecha de un pueblo piadoso, era simplemente demasiado grande para permitir que la eventual aparición de “mala hierba” en su campo ¡se convirtiera en una razón válida para no crear a los justos! ¿Qué labrador se abstendría de plantar en su campo, simplemente porque tenga que lidiar con la mala hierba?


La visión y plan de Cristo para la cosecha incluye al Cuerpo de Cristo entero, pero también incluye a cada individuo que pertenece a ese Cuerpo. El tiene un plan específico para cada uno como individuos. El plan de Cristo incluye a cada creyente individual. El tiene un plan perfecto y glorioso para cada vida.


Dios, le dijo a Moisés: “He aquí, hay un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña” (Ex. 33:21, LBA). Si alguien está parado sobre la peña, Cristo, entonces también hay un lugar reservado junto a él. Su corazón de amor para cada grano individual de trigo en su cosecha, se encuentra en Amos 9:9 (LBA):“Porque he aquí, yo daré un mandato, y zarandearé a la casa de Israel entre todas las naciones, como se zarandea el grano en la criba, sin que caiga ni un grano en tierra.”


Cada creyente individual, no sólo es comparado únicamente con trigo, sino que también es llamado “piedra viva” (1 Pe. 2:5). Ahora, no todas las piedras son usadas de la misma manera, ni en el mismo lugar, dentro de un edificio. Algunas son visibles, y otras, no; algunas son más importantes que las demás.


En la descripción que el Señor hace del juicio, en Lucas 19:12-27, un siervo es puesto sobre diez ciudades, mientras que otro es colocado sobre cinco ciudades. Hablando de cómo seremos en la resurrección, Pablo lo explica así: “Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria” (1 Cor. 15:41). En el contexto de la resurrección, Daniel 12:2,3 compara a los santos del Señor con estrellas. No todos los santos tendrán el mismo nivel de gloria en la resurrección.


De la misma manera, Dios tiene una visión específica para cada uno de sus hijos. Cada uno ha sido creado para cumplir un propósito específico en la casa eterna de Dios.


El sabe exactamente lo que hace sentir a cada quien totalmente realizados, contentos, agradecidos y llenos de gozo para siempre. Es triste que algunas personas resistan lo que Dios escoge para ellas en esta vida presente. Ellas buscan una posición o ministerio en el Cuerpo de Cristo, diferente a lo que el Señor ha escogido para ellas. No entienden que un trocito redondo nunca se sentirá cómodo en un agujero cuadrado, y que dicho trocito jamás podrá cumplir el propósito para el cual fue creado.


El tipo específico de vasija que Dios hace de cada uno es el único tipo de vasija que puede cumplir perfectamente su visión y plan para su vida. ¿Cómo podría ser de alguna otra manera con un Creador Omnisciente? Toda mi vida física y espiritual ha sido hecha para ocupar un solo lugar en su templo eterno. Yo mismo estaré lleno de gozo eternamente si alcanzo la meta que él ha establecido para mi vida, no la meta que él haya establecido para la vida de alguien más.


En términos más prácticos, ¿cuál es exactamente la visión del Señor para cada hombre que es redimido? ¿A qué nos está llamando El? Encontramos la respuesta en el principio y en el fin de la Biblia. En Éxodo 19:6, Dios le dijo a su pueblo: “Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa”. Luego, en Apocalipsis 5:10, los ancianos le declaran al Señor: “Nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.


Por muchos años yo viví con una idea que quizás tú mismo hayas tenido. Yo creía que si uno tan sólo pudiera recibir la gracia de Dios para ser un siervo manso y humilde en esta vida, negándose a uno mismo, llevando la cruz, y permitiendo que otros ocuparan el primer lugar, que entonces se nos permitiría reinar con el Señor para siempre. ¡Por supuesto, la idea era que entonces nosotros seríamos servidos eternamente!


Un día, apareció una revelación como una luz encendida en mi corazón, cuando leí las palabras de Jesús: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn. 14:9). Durante varios años los discípulos habían visto a Jesús vivir su vida como un siervo manso y humilde. Les dijo que él había venido para servir, y no para ser servido (Mt. 20:28). También los invitó ha hacer diariamente lo que él estaba haciendo, negarse a sí mismo, y llevar su cruz (Mt. 16:24).


Cristo se dio continuamente por otros, e hizo lo que era mejor para los demás, en vez de hacer lo que era mejor para sí mismo.


Al final de su vida, esta es la esencia de lo que él estaba diciéndoles a sus discípulos: “Si me habéis visto a mí, habéis visto al Padre. La vida que me habéis visto revelar en este mundo es una revelación de cómo es el Padre. Como un Padre, él se da continuamente por otros. El sirve a sus hijos y sólo piensa en lo que es mejor para ellos. El Padre siempre ha sido así, y siempre será así, por toda la eternidad”. Por supuesto, muchos padres naturales hacen lo mismo por sus hijos terrenales. Este es el corazón de todo padre verdadero.


Mientras yo leía esas palabras, me di cuenta de que, al ser un siervo, Jesús no estaba tratando de darnos un ejemplo de cómo una persona súper espiritual debiera vivir en este mundo durante 70 años, para poder llegar a ser alguien importante en la eternidad.


Cristo estaba tratando de mostrar que el precio que debe pagarse para ser servidos eternamente es servir unos cuantos años en nuestra vida terrenal. Más bien, El nos estaba mostrando que esta vida es un campo de entrenamiento; es un tiempo de preparación. Si se escoge el mismo camino de Cristo durante esta vida, por ende se aprende a vivir como vive el Padre. La preocupación contínua será por quienes están alrededor, en vez de demandar los derechos propios, o hacer lo que parece mejor para el yo.


Seguramente los ancianos que estuvieron delante del rey Salomón durante 40 años, oyendo la sabiduría que provenía de él día tras día, entendieron la visión de Dios para los reyes verdaderos, esto es, la visión para cada hombre. Según declaró el mismo Salomón en Proverbios, mucha de su sabiduría provino de su padre, David, un hombre conforme al corazón de Dios. Después de la muerte de Salomón, estos ancianos le dijeron a Roboam, hijo de Salomón: “Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirvieres, y respondiéndoles buenas palabras les hablares, ellos te servirán para siempre” (1 Re. 12:7).


Tristemente, los jóvenes le aconsejaron a Roboam, que fuera un rey duro, exigente, indulgente consigo mismo. Por causa de haber seguido ese consejo insensato, Roboam perdió la mayor parte de su reino.


Jesús hace su plan muy claro en Mateo 20:25-27 (LBA): “Pero Jesús, llamándolos junto a sí, dijo: Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor, y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo.”


Nada podría ser más claro,”No ha de ser así entre vosotros”. Nadie ha sido llamado en esta vida a ejercer autoridad sobre otros. Todos son llamados a ser siervos. ¡Aquellos que se convierten en los mayores siervos en la tierra, serán reyes en el cielo pero que han sido conformados a la semejanza del Rey de reyes. Los súbditos de tales reyes se someterán a ellos de todo corazón debido al amor y cuidado que los reyes les demostrarán, no debido a la gran autoridad que ejerzan sobre ellos.


Algunos podrían llegar a la conclusión trágica de que, si ser un rey para siempre significa ser un siervo desinteresado para los demás, entonces ellos preferirían no ser reyes. Sin embargo, hay unas ventajas tremendas al ser un siervo-rey que reine con Cristo. Seguramente, la mayor bendición es que los reyes y sacerdotes del Señor estarán en su presencia, y estarán cerca de él para siempre.


También, sus reyes serán aquellos que hayan sido conformados a Su imagen y semejanza. ¡Aun Cristo hoy, es un Siervo-Rey!


El Rey Jesús, busca reyes que sean siervos desinteresados. A través de años de experiencia, la humanidad ya conoce la otra opción, tener reyes que son exigentes y egocéntricos, que piensan primordialmente en lo que sea mejor para ellos.


¡Esta ha sido la característica del gobierno gentil durante más de 6,000 años! Así son casi todos los políticos. ¿Deseamos tener este tipo de reino en el cielo eternamente?


En toda la Biblia, queda claro que la visión de Dios es que los hombres se conviertan en reyes y sacerdotes en su Reino Eterno. Por supuesto, esos reyes y sacerdotes serán parte de su Esposa que reinará con él unidos a él en una relación íntima de amor.


Pero como Jesús es tanto nuestro Rey, como nuestro Sumo Sacerdote, sencillamente significa que él quiere que seamos como él es. Desde la Creación, su visión ha sido conformarnos a su imagen y reproducir su vida dedicada a amar y servir a los demás.


¡Cuán maravilloso será el cielo! Será gobernado por personas que revelen la vida misma de Cristo; serán personas que hayan sido liberadas de la estrechez del amor propio, para vivir en la libertad gloriosa del amor desinteresado.


Con cuánta razón él nos manda a buscar primero el Reino de Dios. Nosotros somos llamados a convertirnos en siervos en esta tierra de la misma manera que Jesús vivió sirviendo a otros, mientras buscamos el lugar más bajo en vez del lugar más alto; ¡Sólo así gobernarán y reinarán con él por siempre!


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