lecturas 17 de abril de 2010

sábado 17 Abril 2010
Sábado de la II Semana de Pascua

Beata María de la Encarnación, San Aniceto, San Robert de Chaise-Dieu, Santa Caterina (Kateri) Tekakwitha, San Elías

Leer el comentario del Evangelio por
San Pedro Crisólogo : «En seguida la barca tocó tierra, en el sitio a donde iban»

Lecturas

Hechos 6,1-7.
En aquellos días, como el número de discípulos aumentaba, los helenistas
comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendía a sus viudas
en la distribución diaria de los alimentos.
Entonces los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: «No es
justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos de
servir las mesas.
Es preferible, hermanos, que busquen entre ustedes a siete hombres de buena
fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros les encargaremos
esta tarea.
De esa manera, podremos dedicarnos a la oración y al ministerio de la
Palabra».
La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe
y del Espíritu Santo, a Felipe y a Prócoro, a Nicanor y a Timón, a Pármenas
y a Nicolás, prosélito de Antioquía.
Los presentaron a los Apóstoles, y estos, después de orar, les impusieron
las manos.
Así la Palabra de Dios se extendía cada vez más, el número de discípulos
aumentaba considerablemente en Jerusalén y muchos sacerdotes abrazaban la
fe.

Salmo 33(32),1-2.4-5.18-19.
Aclamen, justos, al Señor; es propio de los buenos alabarlo.
Alaben al Señor con la cítara, toquen en su honor el arpa de diez cuerdas;
Porque la palabra del Señor es recta y él obra siempre con lealtad;
él ama la justicia y el derecho, y la tierra está llena de su amor.
Los ojos del Señor están fijos sobre sus fieles, sobre los que esperan en
su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte y sustentarlos en el tiempo de
indigencia.

Juan 6,16-21.
Al atardecer, sus discípulos bajaron a la orilla del mar
y se embarcaron, para dirigirse a Cafarnaún, que está en la otra orilla. Ya
era de noche y Jesús aún no se había reunido con ellos.
El mar estaba agitado, porque soplaba un fuerte viento.
Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a Jesús acercarse a la
barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo.
El les dijo: «Soy yo, no teman».
Ellos quisieron subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el
lugar adonde iban.

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por

San Pedro Crisólogo (hacia 406-450), obispo de Rávena, doctor de la Iglesia
Sermón 50, 1.2.3 ; PL 52, 339-340

«En seguida la barca tocó tierra, en el sitio a donde iban»

Cristo sube a una barca: ¿no es él quien puso al descubierto el fondo
del mar después de haber arrojado sus aguas para que el pueblo de Israel
pasara a pié enjuto como por un valle? (Ex 14,29). ¿No es él que solidificó
las olas del mar bajo los pies de Pedro, de manera que, a su paso, el agua
se convirtiera en un camino sólido y seguro? (Mt 14,29).
Sube a la barca. Para atravesar el mar de este mundo hasta el final de los
tiempos, Cristo sube a la barca de su Iglesia para conducir a los que creen
en él hasta la patria del cielo por una travesía pacifica, y hacer
ciudadanos de su Reino aquellos con quienes está en comunión en su
humanidad. Ciertamente, Cristo no tiene necesidad de la barca, pero la
barca tiene necesidad de Cristo. En efecto, sin este piloto venido del
cielo, la barca de la Iglesia, agitada por las olas, jamás llegaría a
puerto.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.