lecturas 19 de abril de 2010

lunes 19 Abril 2010
Lunes de la III Semana de Pascua

San León IX, San Expedito, Orden de la Visitación de Santa María

Leer el comentario del Evangelio por
Beato Enrique Suso : En busca de Jesús

Lecturas

Hechos 6,8-15.
Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y signos en el
pueblo.
Algunos miembros de la sinagoga llamada «de los Libertos», como también
otros, originarios de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de la provincia
de Asia, se presentaron para discutir con él.
Pero como no encontraban argumentos, frente a la sabiduría y al espíritu
que se manifestaba en su palabra,
sobornaron a unos hombres para que dijeran que le habían oído blasfemar
contra Moisés y contra Dios.
Así consiguieron excitar al pueblo, a los ancianos y a los escribas, y
llegando de improviso, lo arrestaron y lo llevaron ante el Sanedrín.
Entonces presentaron falsos testigos, que declararon: «Este hombre no hace
otra cosa que hablar contra el Lugar santo y contra la Ley.
Nosotros le hemos oído decir que Jesús de Nazaret destruirá este Lugar y
cambiará las costumbres que nos ha transmitido Moisés».
En ese momento, los que estaban sentados en el Sanedrín tenían los ojos
clavados en él y vieron que el rostro de Esteban parecía el de un ángel.

Salmo 119(118),23-24.26-27.29-30.
Aunque los poderosos se confabulen contra mí, yo meditaré tus preceptos.
Porque tus prescripciones son todo mi deleite, y tus preceptos, mis
consejeros.
Te expuse mi conducta y tú me escuchaste: enséñame tus preceptos.
Instrúyeme en el camino de tus leyes, y yo meditaré tus maravillas.
Apártame del camino de la mentira, y dame la gracia de conocer tu ley.
Elegí el camino de la verdad, puse tus decretos delante de mí.

Juan 6,22-29.
Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla vio
que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había
allí, sino que ellos habían partido solos.
Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde
habían comido el pan, después que el Señor pronunció la acción de gracias.
Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban
allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús.
Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo
llegaste?».
Jesús les respondió: «Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron
signos, sino porque han comido pan hasta saciarse.
Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la
Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios,
el Padre, marcó con su sello».
Ellos le preguntaron: «¿Qué debemos hacer para realizar las obras de
Dios?».
Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él
ha enviado».

Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.

Leer el comentario del Evangelio por

Beato Enrique Suso (hacia 1295-1366), dominico
Vida c. 50

En busca de Jesús

En cuanto a la pregunta: «¿Quien es Dios?», ninguno de los maestros
que han existido lo han podido explicar, porque él está por encima de todo
pensamiento y de toda comprensión. Y, sin embargo, un hombre celoso que
busca asiduamente algún conocimiento de Dios llegar a conocer algo de él
aunque de manera muy alejada… Por eso, en otro tiempo, algunos maestros
paganos virtuosos lo han buscado, en particular el sabio Aristóteles.
Escudriñó el curso de la naturaleza…; lo buscó ardorosamente y lo
encontró. Del estudio de la naturaleza dedujo que necesariamente debía
haber un único soberano, señor de todas las criaturas, y es el ser que
nosotros llamamos Dios…

El ser de Dios es una sustancia de tal manera espiritual que el ojo
mortal no puede contemplarle en sí mismo, pero le puede ver en sus obras;
según dice san Pablo, las criaturas son un espejo que refleja la existencia
de Dios (Rm 1,20). Quedémonos ahí un instante…; mira encima de ti y
alrededor de ti, y ves el cielo cuán amplio y cuán alto es en su recorrido,
con qué nobleza su Amo lo ha adornado con siete planetas, y cómo lo ha
ornado con una muchedumbre innumerable de estrellas. Cuando en verano el
sol brilla gozosamente y sin nubes ¡cuántos frutos y cuántos beneficios
aporta a la tierra! Cómo los prados son de un verde bello, y cómo son
alegres las flores, cómo resuena en el bosque y en los campos el dulce
canto de los pequeños pájaros, y todos los animales que se habían escondido
durante el duro invierno salen de sus escondrijos y se alegran; cómo los
hombres, tanto jóvenes como viejos, se alegran con el gozo que les
proporciona ver tantos beneficios. ¡Oh ternura de Dios, si eres de tal
manera digno de ser amado en tus criaturas, cuán bello y digno de ser amado
debes ser en ti mismo!


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