LEVÍTICO PARTE II/ EL ORDEN DEL CULTO/ CAPÍTULO 10

Mostraré mi santidad a los que se acerquen a mí.


Dios causa la muerte de Nadab y Abihú, hijos de Aarón, porque ofrecen ante el Señor un fuego indebido. Este pasaje no es fácil, ni de explicar, ni de procesar para un seguidor de Jesús, mucho menos para una persona que no lo sea.

Al leerlo vino a mi mente un pasaje similar, la muerte de Ananías y Safira narrada en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Ambos pierden la vida por una mentira.

Pienso cuántas veces el Señor me hubiera tenido que quitar a mí la vida por haber ofrecido fuego extraño y por haber mentido. No me considero mejor que esos dos infelices que perdieron su vida y, probablemente, he acumulado más motivos por haber atentado contra la santidad del Señor. Al escribir esto vienen a mi mente las palabras del profeta Jeremías, Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.

En definitiva este pasaje me enseña a no perder de vista la santidad del Señor, quien no puede soportar ningún tipo de maldad, injusticia, corrupción, violencia y abuso precisamente porque es moralmente intachable. Por otro lado su misericordia y bondad que es la razón por la que la humanidad no es destruida ni consumida como lo fueron estos personajes y los antes mencionados del libro de los Hechos.

Los seguidores de Jesús no podemos olvidar ni lo uno, ni lo otro. No podemos enfatizar la misericordia de Dios olvidando que es santo. Pero tampoco le hacemos honor cuando enfatizamos su santidad olvidando su misericordia.

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