Los comerciales

“En esta clínica, no inyectamos, ¡des-inyectamos!”

—¡Guau! —exclamaron los tres amigos.

“En lugar de insertarles el medicamento, extraemos el virus, la bacteria o la enfermedad”.

—¡Guau! —repitieron los chicos.

—¿Entonces no hay agujas? —se emocionó Ricardo.

El doctor mostró una inyección con una aguja grande y puntiaguda.

Los tres amigos se decepcionaron.

Minutos después:

“¿Quieres ser una semi-princesa?”

—¿Cómo? —preguntaron los tres amigos.

“En nuestra escuela te preparamos para ser una semi-princesa”.

—¿Cómo? —insistieron los chicos.

“Con nuestro sistema de apariencias, serás casi-rica, casi-bella, casi-bondadosa”.

Los tres amigos se desilusionaron.

Minutos después:

“Conoce el nuevo mini-hotel”.

—¿En serio? —se intrigaron los tres amigos.

“El hotel más pequeño del mundo, y por lo tanto el más económico”.

—¿En serio? —curiosearon los chicos.

—¿Será para enanos? —Rodrigo quiso saber.

La imagen mostró una litera, con una pantalla de televisor en el techo, y un hombre apretujado en la angosta cama.

Los tres amigos se desencantaron.

Minutos después:

“Alimente a su bebé con el nuevo maxi-biberón”.

—¿El qué…? —se angustiaron los tres amigos.

“Una mamila gigante, para que no tenga que prepararlas vez tras vez. El maxi-biberón”.

—¿El qué…? —palidecieron los chicos.

—¿Y será para bebés gigantes? —indagó Ramiro.

Un niño obeso apareció con una sonrisa que mostraba solo un diente.

Los tres amigos se desconcentraron.

—Creo que vemos mucha tele.

—Sí, mejor vamos a jugar.


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