Por esto te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho; pero la persona a quien poco se le perdona, poco amor muestra.
Entre otros episodios el capítulo siete del evangelio narra el encuentro de Jesús con la mujer que derramó perfume sobre los pies del Maestro y todo lo que ello provocó.
Jesús plantea una cuestión importante, la medida de nuestro amor hacia Él es proporcional a lo mucho o poco que valoremos el perdón recibido de su parte. Poco perdonado, poco valorado. Mucho perdonado, mucho valorado.
Eso me hace pensar pues en lo saludable que es tener una clara conciencia de mi pecado, de mi miseria y de mi indignidad delante del Señor. De hecho, cuanto más me conozco más me cuesta entender cómo es posible que Dios ame a un ser humano como yo. No quiero engañarme a mí mismo pensando que soy digno de ser amado, de haber sido salvado y aceptado dentro de la familia de Dios.
Creo que si pierdo esa saludable claridad acerca de mi realidad como persona correría el riesgo de dejar de valorar el amor de Dios por mí que ha sido costoso, que le ha llevado hasta la cruz. Si pierdo esa honestidad con respecto a mi pecado puedo convertirme en un legalista que empiece a despreciar a otros y a considerarse a sí mismo superior, mejor, más digno.
No quiero olvidar nunca quién soy y de dónde he salido y qué precio ha sido necesario pagar para todo ello.
No quiero olvidar nunca quién soy y de dónde he salido y qué precio ha sido necesario pagar para todo ello.
Deja una respuesta