LUCAS ESTUDIO 9: COMUNIÓN Y COMPROMISO

—Maestro, ¡qué bien que estemos aquí! Vamos a hacer tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Pocos seres humanos han tenido la oportunidad de experimentar lo divino y glorioso como la tuvieron Pedro, Santiago y Juan. Ver a dos de los grandes personajes del Antiguo Testamento, Moisés y Elias, presenciar la transformación de Jesús y al mismo tiempo escuchar la voz audible del Padre confirmando su especial relación con el hijo y su deseo de que fuera obedecido.

La reacción de Pedro, que sin duda expresa el sentir de los otros discípulos es totalmente normal, retener el momento, hacerlo durar tanto como fuera posible, congelarlo en el tiempo para que no pase y seguir experimentando esa situación tan singular.

Aquello no puedo ser y Jesús les invitó a bajar al valle donde, como dice la Escritura, había un montón de necesidades urgentes, perentorias, graves, esperando por ellos. Entres ellas, un endemoniado que desesperadamente esperaba la salvación de su hijo.

La aplicación para mí sigue siendo la misma que para aquellos discípulos, me muevo entre la tentación de buscar el compañerismo con el Señor y con otros creyentes y la realidad de que hay un mundo roto lleno de necesidades que nos espera y en el que debemos ser agentes de restauración.

Entiendo que mi tendencia es a querer gozar, cuanto más mejor, del compañerismo y la comunión y retrasar todo lo posible la bajada al valle del ministerio donde están el dolor, el sufrimiento, las necesidades esperando para que los hijos de Dios se esfuercen por aliviarlas. Todos nosotros vivimos está tensión y seguiremos viviéndola, ahora bien, debemos resolverla al estilo de Jesús, yendo donde la necesidad está.

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