MARCOS ESTUDIO 2: ENFERMEDAD

Los que necesitan al médico son los enfermos, no los sanos. Y yo vine a invitar a los pecadores para que regresen a Dios, no a los que se creen buenos.

Jesús hace esta afirmación en el contexto del segundo capítulo del evangelio de Marcos. Lo hace en el contexto de las críticas que recibía por su asociación con personas que, a los ojos de los religiosos y moralmente aceptables, eran cuestionables. El Maestro afirma que su propósito, su lugar y su deseo es estar, precisamente, al lado, junto a este tipo de personas.

Esto trae a mi mente dos consideraciones. La primera, el hecho de que yo mismo soy una persona enferma en cuanto a lo que al pecado se refiere. No puedo, ni debo olvidar que mi deseo de vivir al margen de Dios ha alterado de manera profunda y, tristemente, negativa mi experiencia como ser humano. No puedo, ni debo negar, racionalizar, justificar o frivolizar mi esquizofrenia moral y ética, mi capacidad de reconocer lo correcto, lo justo y lo solidario y después vivir de forma inconsecuente con ello. No debo olvidarlo porque todavía necesito que Jesús me trate, me restaure, me ayude a ser el ser humano que debiera ser y que el pecado hizo inviable. 

La segunda, que mi condición de enfermo consciente de su enfermedad y necesidad será lo que me proveerá de la gracia, la caridad y la misericordia para ser comprensivo, amoroso, para poder aceptar y acompañar a otros que tal vez ni siquiera tienen conciencia de su estado de necesidad. Me llevará a no despreciarlos, juzgarlos ni condenarlos, antes al contrario, a tener una actitud de comprensión porque, al fin y al cabo, yo simplemente soy uno de ellos que está en un estado más avanzado de restauración, ¡Ni más, ni menos!

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