Aunque miren no vean.
Estas son palabras dirigidas por Jesús a sus discípulos en el capítulo cuatro del evangelio de Marcos.
Nos hablan de una realidad que nos afecta a todos los seres humanos, seguidores de Jesús incluidos. Se trata de nuestra incapacidad de percibir determinadas realidades. Es una imposibilidad de ver ciertas cosas, ciertas situaciones, ciertas necesidades, a pesar de que las estemos mirando intensamente.
Mirar no significa ver. Nuestra capacidad de percepción puede estar afectad e impedir que toda una gama de la realidad nos pase desapercibida. Del mismo modo que no podemos ver los rayos ultravioletas y los infrarrojos, puede darse el caso de que haya muchas dimensiones de la vida que se nos escapen y no las veamos.
Pongamos algunos ejemplos para «poder ver mejor» lo que digo. Vivimos en un mundo roto y, sin embargo, no ser conscientes de la profundidad e importancia de esa realidad. Estamos rodeados de personas increíblemente necesitadas a nivel emocional, espiritual, intelectual y social y estas, pasar totalmente desapercibidas para nosotros. Puede darse el caso de que el Señor esté actuando en el entorno en el que vivimos y nosotros no verlo y, consecuentemente, no unirnos a su plan y colaborar con Él.
En la obra clásica «El Principito» el protagonista afirma que las cosas esenciales sólo pueden verse con el corazón. Dicho de otro modo, hay cosas que no son evidentes a simple vista. Por eso Pablo, escribiendo a los efesios, pide que Dios les abra los ojos de su corazón para que puedan captar las realidades del mundo espiritual. Por eso también, Eliseo oró para que su criado pudiera ver aquellas cosas que no eran visibles a simple vista y se le concedió el privilegio de observar al ejército del Señor protegiendo la ciudad.
Creo que el reto es aprender a ver. Creo que el reto es tomar conciencia que mirar y ver no son sinónimos. Creo que el reto es pedirle al Señor que abra los ojos de nuestro corazón. Creo, en definitiva, que el reto es comenzar a mirar a las mismas cosas con diferentes ojos.
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