Mi testimonio personal: Cómo nací de nuevo en Cristo

Ya que he mencionado tantas veces la necesidad de nacer de nuevo en Cristo y publicado el testimonio de otros, he considerado apropiado relatar mi conversión.

Mi vida antes de nacer de nuevo era una vida sin ilusiones. Había tenido una vida familiar bastante triste y unos padres que no se llevaban bien. No había amor en mi hogar sino peleas constantes. Las relaciones familiares eran desastrosas. Eran los tiempos del Catolicismo puro en España, y de la falta real de libertad religiosa. Muchas cosas se mantenían ocultas en las familias y por lo tanto nada se resolvía.

Yo me casé joven pero debido a lo vivido en mi hogar las cosas no iban bien en mi matrimonio a pesar de habernos casados muy enamorados. Por más que intentábamos llevarnos bien no lo conseguíamos. A los pocos años nos separamos.

Unos años después conocí a un señor en la oficina donde trabajaba. La gente hablaba a sus espaldas y decían que era protestante. Eso me intrigó. Como trabajábamos juntos llegó un día que tuve la oportunidad de preguntarle.

“¿Es verdad que usted es protestante?”, le pregunte. “Bueno”, me dijo con una sonrisa, “así es como nos llaman, pero en realidad yo soy cristiano”. No entendí, ¿no somos todos los católicos cristianos?

Otro día le pregunto: “Oiga, Juan, ¿ustedes creen en la Virgen?”. “Sí, me contestó, pero solo creemos lo que la Biblia dice de la Virgen. Lo que la Biblia no dice, no lo creemos”.

“Y ¿creen ustedes en el Papa?”. Me contesta, “no, la Biblia no habla de ningún Papa”.

Yo le dije: “La Biblia, la Biblia, siempre que le pregunto algo me contesta igual, que lo dice la Biblia. La Biblia es un libro escrito por hombres, ¿por qué le da tanta importancia?”.

“Es escrita por hombres, pero está inspirada por Dios” me contestó. Yo después me quedaba pensando y meditando en todo lo que decía el Sr. Juan.

A todo esto Juan tenía muy buen testimonio. Era diferente de los demás hombres que trabajaban allí. Él siempre ayudaba a todo el que podía desinteresadamente y su vida reflejaba mucha paz. Los demás lo respetaban mucho.

Cuando Juan vio que le hacía tantas preguntas decidió invitarme a la iglesia evangélica en la que era uno de los pastores. El Domingo siguiente decidí asistir. En aquellos tiempos había pocas iglesias evangélicas en el sur de España, pero a pesar de ser tan poquitos en la congregación había un espíritu diferente y me recibieron con mucho cariño. Había allí un ambiente de amor y paz que me impresionó. Era justo lo que necesitaba. Las alabanzas que cantaron me tocaron el corazón. Nunca había oído semejantes palabras. Lo único que conocía era la solemnidad y frialdad de la iglesia oficial. Decidí que volvería a la pequeña congregación pues empezó a darme ánimos. Me regalaron una Biblia, mi primera Biblia. Todavía la tengo de recuerdo. Pero no encontré la salvación alli pues no era el tiempo todavía.

Previamente a esto, me estuvieron visitando por un tiempo los Testigos de Jehová. Gracias al Señor que no caí en esa secta, el Señor me protegió del error.

Con el tiempo me volví a casar y esperaba que quizá ésta vez podría ser feliz, pero no fue así sino que problemas parecidos a los de mi anterior matrimonio me causaron cierta depresión de nuevo. No tenía paz y era normal pues si no naces de nuevo sigues cometiendo los mismos errores y ni sabes cuál es el problema.

Un día me invitaron a unos estudios bíblicos en una célula cristiana. En el estudio bíblico oí por primera la expresión “ser salvo”. Todos los que asistían a ese estudio decían haber sido salvos. Estaban llenos de gozo y confianza. No tenían ninguna duda que si se morían esa misma noche se iban directamente con Jesús. Eso fue un shock para mí. Nunca en mi vida había oído semejante cosa.

Durante un tiempo de haber estado asistiendo a una iglesia evangélica y tener una Biblia (que no leía o estudiaba), consideraba que yo ya estaba bien con Dios, aunque no tenía paz ni hubiera podido decirte cómo conocer a Jesús y recibir la vida eterna o salvación.

Cuanto más conocía a estas personas de los estudios bíblicos, más notaba lo diferentes que eran de los demás. Confiaban totalmente en Cristo como su Salvador personal y oraban en voz alta sin vergüenza alguna. Amaban a los demás de forma desinteresada y se sacrificaban por otros incluso por los que casi conocían.

Empecé a estudiar la Biblia a fondo buscando respuestas. Después de conocer a estas personas y ver la paz y seguridad que tenían en su relación con Jesús, sabía que ellas estaban muy cerca del Señor y yo no.

Un día decidí hablar a solas con la persona que dirigía el estudio bíblico. Ese día fue el más importante de mi vida.

Cuando le pregunté, “¿Cómo es que ustedes pueden decir sin lugar a dudas que si se mueren esta misma noche se van directamente al cielo con el Señor? Yo no entiendo eso, yo no puedo decir semejante cosa y también creo en Jesucristo”.

Con mucha sabiduría me contestó que la Biblia nos enseñaba que todos los que han confiado en Cristo para su salvación arrentiendose de sus pecados, son salvos y han pasado de muerte a vida.

Cogió la Biblia y empezó a mostrarme el plan de Dios para la salvación del hombre. Empezó con Romanos 3:10-13 “No hay justo ni aún uno”. Romanos 3:23 “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”.

Siguió con Romanos 6:23 “la paga del pecado es la muerte, pero EL REGALO DE DIOS, es vida eterna en Cristo Jesús, señor nuestro”.

Juan 3:16 “porque de tal manera amó Dios AL MUNDO, que ha dado a su Hijo unigénito, para que TODO AQUEL que en él cree, no se pierda mas tenga vida eterna”.

“La vida eterna, la salvación, es un regalo de Dios”, me dijo, “no es por hacer buenas obras, sino por la fe en Jesucristo”, Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios(regalo de Dios), NO POR OBRAS, para que nadie se gloríe”. Seguro que me leyó otros pasajes hasta que vió que yo había entendido, no los recuerdo todos.

Entonces cerró la Biblia. Se la puso en una mano y me explicó:

“Mira. Digamos que esto es un regalo para ti. Yo te lo ofrezco, es para ti, pero si no lo aceptas no pasa a ser tuyo. Tienes que aceptarlo. Así es la salvación de Dios en Cristo. Es un regalo que hay que aceptar. No hay que trabajar para conseguirlo, es un regalo es la oferta de Dios al pecador.

Entonces volvió a abrir la Biblia y me leyó Romanos 10:13 “porque todo el que invocare el nombre del Señor, será salvo”.

Dios te ofrece la salvación. Es un regalo que hay que aceptar por la fe en Jesucristo. No hay ninguna obra que puedas hacer para conseguir tu salvación pero tienes que arrepentirte de tu vida pasada e invocar su nombre creyendo que solo él te puede salvar POR LA FE en su sacrificio en la cruz. Él pagó todos tus pecados y ahora te ofrece el perdón. Cada persona tiene que hacer esto personal. No pienses solo en terminos generales, ‘Cristo murió por todos los hombres’, sino piensa y dí “Cristo murió por mí. No hay nada que yo pueda hacer. Él lo ha hecho todo”.

Todavía no entendía algo. Le hice una pregunta que no recuerdo bien, pero recuerdo la respuesta, Ezequiel 18:4 “el alma que pecare, esa morirá”. Eso terminó de abrirme los ojos. Fue como si hubiera tenido unos visillos delante de mi y solo veía de forma velada pero sin entender. En eso momento se corrieron los visillos y por fin ví claramente. Si no aceptaba el plan de Dios para la salvación por medio del sacrificio de Cristo, yo tendría que pagar por mis propios pecados en el infierno.

En ese momento estaba bajo convicción del Espíritu Santo. En ese momento entendí claramente por primera vez en mi vida por qué Jesucristo tuvo que morir para salvarme. No había otra salida. Estaba en pecado y solo Jesucristo podía sacarme de la condición en la que me encontraba. Su muerte era la paga de mi pecado, él pagó la deuda y por eso podía ofrecerme la salvación. Por fin después de tantos años de oír de la muerte de Cristo en la cruz entendí claramente el motivo por el que tuvo que morir. TUVO QUE MORIR. No había otro remedio, no había otro Camino. No había nada que yo pudiera hacer excepto arrependirme y creer. Las buenas obras, ir a la iglesia, confirmarme, confesarme con el sacerdote, dar dinero a la iglesia, NADA ABSOLUTAMENTE NADA, solo aceptar el regalo de la salvación POR FE podía satisfacer la justicia de Dios.

Alguien tenía que pagar por mis pecados: O los pagaba yo en el infierno o dejaba que los pagara Cristo en mi lugar en la cruz. No había otra salida. Todo quedó claro como el agua. Tenía una decisión que tomar. El miedo a morir sin Cristo se apoderó de mí. Vi que me esperaba el infierno porque un solo pecado era suficiente para mandarme allí (Santiago 2:10). Dios es perfecto no puede permitir ni un pecado en su presencia.

“La sangre de Jesucristo su Hijo, nos limpia de todo pecado” 1 Juan 1:5-10, 2:1-2.

Ese día me arrodille ante Dios en oración y le pedí a Jesús perdón por mis pecados y que entrara en mi corazón y me salvara.

Apocalipsis 3:20

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.

No hay palabras para poder expresar la paz y alegría que llenó mi corazón en ese momento. Se me quitó un gran peso de encima. Me había librado de una gran opresión. Mi alegría no se podía contener. Enseguida empecé a contárselo a todos los que conocía, empezando con mi familia. Ellos no tenían ni idea lo que yo había experimentado y más bien se asustaron pensando que me había convertido a una secta. Pero lo que había sucedido es que había nacido de nuevo por el Espíritu de Dios.

Con el tiempo y viendo mi fe y mi vida algunos de ellos también se convertirían. Toda la gloria es para el Señor, pero él usa a sus siervos por medio de su Palabra para llevar el Evangelio a los perdidos.

Hoy día tengo la seguridad de tener “vida eterna y de haber pasado de muerte a vida” (Juan 5:24). Soy una nueva criatura, las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas, (2 Corintios 5:17). Toda la gloria es para el Señor Jesucristo porque él es el único que la merece. Por eso no es orgullo decir que somos salvos, sino agradecimiento y Fe.

Quiero compartir con todos la salvación de Dios en Cristo porque sé que al igual que yo, hay muchos que están oprimidos por el diablo y el pecado que mora en ellos como moraba en mí.

Si alguien quiere ayuda espiritual, o cualquier tiene alguna pregunta me puede dejar un comentario corto y podemos hablar por mail si lo prefiere.

Bendiciones a todos

Ref. Santa Biblia, ver. Reina Valera


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