No hay corazón más hermoso como el del Niño

En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó (Mt. 11:25,26).

No hay corazón más hermoso que podamos hallar en cuanto a aprendizaje que el que encontramos en un niño, qué bello es reconocer en los nuevos creyentes su actitud de humildad y su hambre de conocer más de la Palabra día a día, pero que triste es ver con qué facilidad ese corazón y esa actitud van desapareciendo con el pasar del tiempo.

Cuán a menudo confundimos la “madurez espiritual” con una actitud no enseñable y un corazón no dispuesto a aprender más sobre el Señor. Es cierto, todos estamos llamados a crecer, madurar y dejar la leche espiritual (Heb. 5:12-14) pero esto no significa que debamos dejar ese corazón de niño y esa actitud con la que empezamos, todos los días hay algo nuevo que aprender sobre Dios, todos los días es una oportunidad de cambiar, todos los días Dios nos habla muchas veces y de muchas maneras.

Una de las principales razones por la que los religiosos, los sabios y entendidos no recibieron a Jesús fue por su actitud, porque su corazón ya no estaba dispuesto a cambiar, no estaban dispuestos a tener la actitud de un niño, quien recibe todo lo que su padre le da con un corazón agradecido y lleno de fe, no estaban dispuestos a aprender nada nuevo, no estaban dispuestos a que un “humilde carpintero” les enseñase algo diferente a la teología que los había formado.

El Señor bien podría haber dado una detallada descripción de las características deseadas en todos aquellos que le seguían. Mas no lo hizo. Simplemente tomó a uno de los niños que acompañaban a los adultos y lo colocó en medio de los hombres que eran sus colaboradores. Señalando al pequeño, les dijo:

De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él (Lc 18:17)

Que el Señor no permita que nuestros corazones sean como ese odre viejo que no es capaz de recibir el vino nuevo que sin duda el Señor tiene todos los días para nuestra vida.

Es mi oración que podamos buscar la verdad con la fe de un niño y estemos dispuestos a cambiar lo que el Señor desee que cambiemos.

Bendiciones…..


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