NÚMEROS PARTE I/ LA GENERACIÓN DEL DESIERTO/ CAPÍTULO 14/2

que ninguno de los que vieron mi gloria y los prodigios que hice en Egipto y en el desierto, ninguno de los que me han puesto a prueba tantas veces y se han negado a escuchar mi voz, (NÚMEROS 14:22 BLPH)

Negarse a escuchar la voz de Dios fue el argumento que el Señor esgrimió con Moisés para explicarle el porqué aquellas personas no entrarían en la tierra prometida.
Esto me ha hecho pensar, como no podía ser de otra manera, en mi propia experiencia personal y cómo respondo yo ante este tema de la voz de Dios. Al reflexionar de forma honesta al respecto he podido comprobar dos cosas. La primera, que en ocasiones simplemente ignoro la voz de Dios y lo hago por lo que a mí me parecen buenas razones. Puede ser porque lo que escucho no me gusta, me compromete, es demasiado costoso, es exigente, me desafía al cambio y un largo etcétera. Honestamente, pienso que no existe ni un sólo cristiano que en un momento u otro de su caminar no haya tenido que experimentar esta tensión.
Pero todo y ello, no es lo que más me preocupa. Me preocupa más cuando no hay un interés en escuchar la voz, cuando no hay intencionalidad, cuando no se quiere invertir el tiempo en leer, orar, reflexionar, en definitivamente inquirir en aquello que Dios quería hablar a nuestras vidas.
Es cierto que muchos seguidores de Jesús podemos ser desobedientes a la voz de Dios pero muchos más simplemente tienen desidia, procrastinación, pereza, indiferencia a escucharla.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.