NÚMEROS PARTE I/ LA GENERACIÓN DEL DESIERTO/ CAPÍTULO 21

Pero el pueblo se impacientó por el camino y protestó contra Dios y contra Moisés. (Números 21:4)

Un nuevo estallido de rebelión, queja y murmuración de parte del pueblo de Israel y, nuevamente, Moisés es objeto de la frustración y desesperación de las personas. Creo que es un principio a tener en cuenta, el líder puede acabar pagando la frustración con Dios de los seguidores. 

El dirigente concentra el resentimiento, la desesperación, la ansiedad que provoca la impaciencia hacia el Señor. Dios es una realidad demasiado abstracta para poder manejar bien nuestras emociones negativas hacia Él. Es mucho más sencillo, más manejable, más «terapéutico» para nosotros encontrar un chivo expiatorio sobre el que focalizar la frustración. 

El lider, con causas objetivas o no para ello, acaba siendo responsable de la impaciencia que las personas sufren hacia Dios al no tener estas control sobre situaciones de su vida que están viviendo y están experimentando. Esto nos debería llevar a una reflexión sobre nuestra manera de proceder.

Si somos seguidores, todos de una manera u otra lo somos, pensar si nuestras actitudes hacia los líderes no son una proyección de actitudes negativas hacia Dios por las razones que sean. Si somos líderes, valorar si la hostilidad de las personas, abierta o encubierta, no es una hostilidad hacia nosotros y, por tanto, algo que deberíamos tomar a nivel personal, sino más bien un síntoma de un problema más profundo con el Señor que, en la medida que esté a nuestro alcance, deberíamos de ayudar a solucionar. 



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