NÚMEROS PARTE I/ LA GENERACIÓN DEL DESIERTO/ CAPÍTULO 25

Acampó Israel en Sitín y el pueblo comenzó a prostituirse con las mujeres de Moab que lo incitaban a participar en los sacrificios en honor de su dios. El pueblo participó en esos sacrificios y adoró a ese dios, rindiendo culto a Baal-Peor. (Números 25:13)

Hay un axioma universal, todo el mundo adora algo o alguien, todos sin excepción, la cuestión, la pregunta es acerca de qué o quién adoras.

Martín Lutero, el reformador alemán, afirmó que Dios es aquello que ocupa el primera lugar en tu corazón. Sin duda hay dioses más benignos -la familia, los hijos- y dioses más destructivos -el poder, las drogas, el sexo, el trabajo, el alcohol- pero se trata de idolatría. Siempre me ha resultado curioso tratar de averiguar cuál es el dios de los que afirman no tener dios.

El pasaje de Números nos enseña cómo las personas de nuestro entorno pueden  influenciarnos para que dejemos nuestro Dios y sigamos los suyos, como decía antes, cualesquiera que estos sean. Nosotros deberíamos tener el suficiente discernimiento para pensar y valorar de qué modo las personas de nuestro entorno ejercen ese tipo de influencia sobre nosotros y cómo puede ser que nos estén apartando de nuestro seguimiento de Jesús para, finalmente, acabar siguiendo sus propios dioses por sutiles y bien enmascarados que estos puedan estar.

Entendiendo el seguimiento de Jesús como un camino, un peregrinaje, siempre nos vamos a encontrar personas que nos invitarán a tomar atajos, caminos alternativos o buscar compañeros de viaje que acaben apartándonos del camino, la verdad y la vida.

Sería sabio pararnos en estos momentos y reflexionar acerca de nuestro entorno, quién hay, qué influencia ejerce y que dioses sutiles se esconden tras ellos. 

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