Entonces Aarón presentará los levitas al Señor mediante el rito de la elevación para que, como ofrenda de los israelitas, se dediquen al servicio del Señor.
Dedicarse al servicio del Señor. El gran reto para nosotros, los seguidores de Jesús, es encontrarle significado a esta expresión en la complejidad de la vida cotidiana de una sociedad y cultura postmoderna.
Con demasiada frecuencia el servicio al Señor se ha identificado, y muy a menudo restringido, a las actividades y necesidades que genera la dinámica de cualquier iglesia local. Esto, que como pastor que soy no critico, tiene dos limitaciones muy grandes. La primera, genera, por así decirlo, oportunidades limitadas de servicio. La segunda, está descontextualizado de la vida cotidiana.
Ahora bien, si pudiéramos entender que nuestro servicio consiste en ser agentes de restauración, es decir, ayuda a restaurar las cuatro grandes rupturas que el pecado ha producido en la experiencia humana -con Dios, con otros seres humanos, interna en nosotros mismos y con la creación- en la vida de cualquier persona con la que interactuamos, recobramos nuestro carácter de misioneros a tiempo completo y percibimos los ámbitos de la vida cotidiana como nuestro ámbito natural de misión.
Mientras no recobremos estas dos perspectivas, misioneros y campo de misión, estaremos generando generación tras generación de seguidores de Jesús viviendo vidas sin conexión entre su espiritualidad y su vida cotidiana y consumiendo sus dones y su tiempo en actividades generadas por la iglesia local que son, en la mayoría de los casos, un fin en su mismo y no un medio para construir el Reino.
¿Qué significaría para ti levantarte cada día e ir a tu contexto de trabajo y/o estudio como un agente de restauración?
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