NÚMEROS PARTE II/ LA GENERACIÓN DE LA CONQUISTA/ CAPÍTULO 26

Entre los censados no había ninguno de los que figuraban en el censo de los israelitas que Moisés y el sacerdote Aarón hicieron en el desierto del Sinaí. Porque el Señor les había condenado a morir en el desierto y, en efecto, ninguno de ellos sobrevivió, salvo Caleb, hijo de Jefuné y Josué, hijo de Nun. (Números 26: 64-65)


Con el capítulo 26 comienza la segunda parte del libro de Números que se centra en la generación que conquistará la tierra prometida. El capítulo narra la elaboración de un segundo censo del pueblo de Israel. Han pasado cuarenta años desde el primero realizado inmediatamente después de la salida de Egipto.

Lo que llama la atención es que nadie de la generación del desierto entraría en la tierra a la que se dirigían, ni siquiera Moisés el libertador. La única excepción serían Caleb y Josué.

La razón la sabemos, el pueblo no creyó a Dios y pensó que la tierra era inconquistable, demasiado para ellos y su capacidad. Su apreciación de la realidad era demasiado precisa y acertada, simplemente olvidaron colocar al Señor en la ecuación.

Aquella generación no alcanzaría lo prometido porque no creyeron a Dios y el reto para mí es no convertirme en alguien similar a ellos, alguien que debido a mi realismo, mi precisión en describir y entender la sociedad en la que vivo, mi conocimiento de las corrientes culturales y sociales, olvide creer en Dios, en sus promesas y recibirlas en mi vida y, consecuentemente, me convierta en un incrédulo que pierda las promesas del Señor y no las pueda experimentar en mi vida y mi ministerio.

¡Miedo me da la incredulidad!


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