Y acontecerá que la vara del hombre que yo escoja, retoñará. Así disminuiré de sobre mí las quejas de los hijos de Israel que murmuran contra vosotros. (Números 17:5 LBLA)
El capítulo 17, al igual que el 16, nos habla acerca de la murmuración del pueblo contra el liderazgo de Moisés y de Aarón. Todo parece indicar que la rebelión de Coré no acabo con el problema y el malestar del pueblo contra sus líderes persistió. Dios probó de nuevo que su favor estaba con Moisés y Aarón pero, el mismo final del pasaje muestra que Israel seguía cultivando su animadversión hacia ambos hermanos.
Esta serie de pasajes nos hacen pensar acerca de la naturaleza del liderazgo. Jesús y el Nuevo Testamento redefinieron liderar como servir y no enseñorearse o aprovecharse de los seguidores. El Maestro afirmó que la grandeza de un líder de mide por su servicio y creo que debemos entender este, no como visibilidad y proyección pública, sino sensibilidad y atención a las necesidades de las personas.
Dicen que un líder siempre está solo y que, por definición, siempre será criticado y cuestionado en tanto que es una figura pública y, consecuentemente, sus acciones y toda su vida están bajo el candelero todo el tiempo. Pienso que eso es inevitable. También es cierto que, en ocasiones, esas criticáis y murmuraciones, a pesar de estar recubiertas de tintes de espiritualidad, son únicamente ansias y luchas de poder. El líder, no obstante, debe asegurarse que sus motivaciones para el liderazgo son las correctas que este está, como debe ser, caracterizado por el servicio y, el resto dejarlo en las manos de Dios como hicieron Moisés y Aarón.
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