Uno de los privilegios más grandes del creyente cristiano es de orar por otros. Se llama intercesión. Es un nombre bueno. La intercesión es estar firme por, o hacer plegaria por, tomar la posición de, y abogar por otra persona.
La oración debe extenderse siempre más allá de mí mismo. Si pido solo por mis necesidades personales, entonces algo anda mal en mi corazón.
Por desgracia, muchos cristianos pretenden conseguir de Dios lo que ellos mismos no quieren hacer, lo que no se esfuerzan por conseguir. En realidad pretenden chantajearle, negocian con Él, intentan manipularle:
Si me concedes esto, empezaré a ser bueno. Si me sano, no volveré a fumar. Si me concedes dinero, empezaré a trabajar. Si me das, me pongo en camino…
Cuando el proceso humano es el inverso: Si te pones en camino llegarás, si cambias de vida te irá mejor.
¿Le gustaría ser usado por Dios? ¿Quiere que su vida sea de impacto para la eternidad?
Que es interceder?
Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé. (Eze 22:30)
El texto dice: «Y busqué entre ellos hombre… que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra». Esto identifica claramente este pasaje con una intercesión. Ninguna frase en la Escritura describe con mayor certeza la obra de un intercesor que la frase: «delante de mí, a favor de». El intercesor siempre viene «ante Dios, a favor» de otros.
Interceder no quiere decir simplemente «orar por alguien», como casi siempre pensamos. Etimológicamente significa «dar un paso al medio», o sea, dar un paso para ponernos en medio de una situación. Interceder significa entonces ponerse allí donde se produce el conflicto, ponerse entre las dos partes del conflicto. Por tanto, no se trata sólo de presentar una necesidad ante Dios (iSeñor, danos la paz!), manteniéndonos al margen.
Es el gesto de Jesucristo en la cruz. Con esto nos damos cuenta de que una verdadera intercesión cristiana es difícil; sólo se puede hacer en el Espíritu Santo y sabemos que no todos la comprenderán.
Interceder es una actitud mucho más seria, grave y comprometida, es algo mucho más arriesgado. Interceder es estar allí, sin moverse, sin huir, tratando de poner la mano sobre el hombro de ambas partes, aceptando el riesgo de esta postura.
La Escritura nos dice que Jesús está sentado a la mano derecha de Dios y intercede por nosotros. Lo más tremendo de Jesús es que no ha perdido nunca Su interés y Su amor por los hombres. No hemos de pensar en Él como alguien que ha pasado por la vida sobre la tierra, y la muerte en la Cruz, y ha terminado con la humanidad. Sigue asumiendo en Su corazón la preocupación por nosotros; sigue intercediendo por nosotros.
Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.(Heb 7:25)
También sabemos que El Espíritu Santo de Dios habla a Dios por nosotros, intercede por nosotros. ……..porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. (Ro 8:27a)
¿Qué estaban haciendo Pedro y Juan cuando se encontraron al hombre cojo?
Pedro y Juan subieron juntos al templo a la hora novena, la de la oración (Hech 3:1). Ellos iban al templo a la hora de la oración. La clave aquí es la oración. Dios usa a los hombres que mantienen una comunión regular con él; hombres que hablan, y escuchan constantemente a Dios.
Obviamente, la oración fue esencial en la vida y ministerio del Apóstol Pablo. En su carta a la iglesia de Tesalónica, él les exhortó a orar sin cesar.
Pablo declaró muchas veces que él oraba por la gente noche y día. Él escribió:
Porque testigo me es Dios, a quien sirvo en mi espíritu en el evangelio de su Hijo, de que sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones (Ro 1:9)
La última oración de nuestro Señor Jesús fue la de intercesión. Oró por los discípulos que había caminado con él, y oró por “
….. Por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, (Jn 17:20b)
Jesús oró por usted, si usted es creyente. Recuerde, Jesús le dijo a Pedro, “…yo he orado por ti, para que no falle tu fe.” (Lc 22:32 NVI)
Simón Pedro negó a Jesús, tres veces, pero luego fue restaurado completamente y se convirtió en un predicador que habló con valor y contribuyó al Nuevo Testamento.
Esteban, uno de los primeros diáconos, fue mártir de la iglesia, Él oró por los que lo apedrearon. Entre los que oyeron la oración estaba Saulo, quien se convirtió en Pablo, el gran apóstol. (Hechos 7:60) Saulo/ Pablo vio el compromiso total de Esteban y su perdón y compasión por los que lo apedrearon…sus enemigos. Seguramente impresionó a Pablo bastante. Ciertamente Dios oyó la oración del Esteban y no sólo perdonó a Pablo pero lo bendijo con un ministerio maravilloso.
El intercesor serio y efectivo, es aquel que como el Señor Jesucristo, se preocupe por que otros entren en su esfera de relación, y se mantengan allí (Jn 17: 6-24)
Yo ruego por ellos…. que los guardes del mal…..
Santifícalos en tu verdad….. Para que todos sean uno….
Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo…..
Como pueblo santo, tenemos la responsabilidad de interceder por los perdidos y los unos por los otros. Sabiendo que los tiempos están difíciles y malos, deberíamos orar como Jesús oró, pidiendo al Padre que los guarde del mundo. Y conociendo nosotros que aquel que no ha creído en el Señor, está rumbo a la condenación eterna deberíamos clamar para que Dios en su infinita misericordia los salve.
Continuemos orando por nuestra familia, por los amigos y por todos los creyentes. Intercedamos con solicitud delante del Señor por los perdidos, El responde la oración sincera.
El apóstol Pablo exhorta así:
«Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos (Efe 6 :18)
Dios les bendiga…..
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